Con la revista Elle de noviembre regalan el Luxe book: joyas, hoteles caros, marcas de primer nivel. ¿Tiene sentido el lujo con la crisis que estamos viviendo? Desde luego, por lo que dicen las noticias, el mercado del lujo no se ha debido sentir especialmente resentido por la crisis. Los ricos son cada vez más ricos (y están en Rusia y en los países árabes), los pobres son cada vez más pobres y a la clase media se la está empujando desde los escalones medios hacia abajo a fuerza de recortes, reducciones salariales, despidos, subidas del IVA, etc. Y encima el futuro que nos espera será peor porque no habrá oportunidades (una educación y una sanidad pública deficientes hacen que la brecha sea cada vez más grande y muchísimos jóvenes sobradamente preparados están teniendo que emigrar). Se me quitan las ganas de hablar de lujo.
Pero por otro lado, también pienso que no podemos quedarnos parados en lo malo y que tenemos que avanzar, luchar con uñas y dientes por algo mejor, seguir manteniendo la ilusión, la alegría, buscar nuestro camino. Nuestro sistema económico capitalista está, para bien o para mal, fundamentado en el consumo.
Las revistas nos incitan a comprar, es lo que se espera de ellas. Aunque quizá deberían plantearse ofrecer cosas más asequibles y no tantos inalcanzables, teniendo en cuenta de que el grupo de "los inalcanzables" es cada vez más amplio, quien antes se podía permitir gastar 1000 ahora se gasta 200. ¿Las revistas se hacen las locas, como si hubieran apagado el canal de noticias hace 5 años?
En fin, siento ponerme así de melancólica en un blog de moda pero es que a veces no le veo sentido a nada. Está claro que una crisis tan grave afecta a nuestra escala de valores, transforma lo que pensamos y nos hace ver las cosas de distinta manera.
Volviendo a la frívolidad de la ropa, me doy cuenta de que cada vez compro menos, pero cada vez compro mejor. Igual sólo me compro un bolso o unas botas por temporada, pero me resulta fundamental que sean de piel y de calidad. No necesito comprarme un bolso de 500 euros porque tenga determinada etiqueta si me puedo comprar uno de 150 igual de bonito y bueno. Quizá sólo me compre un par de vestidos, pero miro más que estén bien cosidos, que la tela sea agradable al tacto, que sean vestidos que pueda lucir de varias maneras. Quiero prendas que aprecie y valore de verdad y no cientos de prendas mediocres que se acumulen en el armario. Me fijo en el origen de las prendas (y prefiero el Made in Spain), dónde la compro (tienda local frente a marca omnipresente). Creo en el poder de los caprichos, en ahorrar durante meses y regalarte una joya o un reloj, que te hace especial ilusión y que será para toda la vida.
¿Están cambiando vuestros hábitos de consumo por la crisis?