Desde presidencia nos dicen que se han visto obligados a extender la legislatura hasta cuando los niños de San Ildefonso para aprobar unos presupuestos que ya nacen muertos porque no nos los creemos nadie. El caso es que con esta operación nos han dejado clarísimo lo que ha sido esta legislatura, una ofensa a la democracia ya que han confundido durante estos cuatro años la mayoría absoluta con el poder absoluto y se han limitado a gobernar por Decreto Ley, reduciendo al parlamento a la función de “coros y comparsas” para sacar adelante cualquier salvajada que se les ocurriese por Moncloa. Son las cosas que tiene eso de relacionar mayorías absolutas con gente que no parece entender el mandato por legislaturas y creen que les has otorgado el gobierno para siempre, ellos son así.
En realidad me parece que la idea del presi era otra, maquillar al muerto y así, hinchado como gallo de corral, poder presumir de datos económicos como si pudiese de verdad sacar pecho. Por decir algo, cuando llegó habían unos diecisiete millones doscientos mil y pico afiliados a la Seguridad Social, igualito que ahora. La tasa del paro estaba en un horripilante y catastrófico, según él, 21% y ahora está en el esperanzador 21% así, sin horripilante esta vez. Eso sí, tenemos medio millón de contratos indefinidos menos y hay millones de parados sin prestación, brillante. Menuda legislatura la de aquél que decía que acabaría con el paro pero que con lo que ha acabado es con la vida de los parados (y del resto de bicho viviente) aniquilando derechos sociales tijeras en mano y montándonos en la máquina del tiempo destino a la Edad Media. Bueno, el caso es que al final las cifras de la Gran Crisis se parecen demasiado a las de la “milagrosa recuperación” sólo que ahora estamos mucho más quemados al ver como ha faltado poco para que nos pusieran una anilla en la nariz.
Creo que estos “minutos basura” originados por el retraso de las elecciones por culpa del caprichito presupuestario sobran y nos están saliendo muy caros. La apariencia de vacío de poder hace que todo se nos pudra por momentos y la coyuntura está siendo aprovechada por todo quisque, entre ellos los independentistas, para dar un empujón importante a sus objetivos cargándose de argumentos al demostrarse lo difícil que resulta hablar con un presidente (todavía lo es) que tiene un concepto un tanto peculiar de la democracia y sólo deja la posibilidad de la “huida hacia adelante” porque no habla con quienes no piensan como él. Le cuesta horrores y sólo se digna a oírlos (que no escucharlos) casi a punta de pistola.
Aunque, pensándolo bien el juego de Moncloa parece inteligente. Estos días que quedan todos los partidos deberían andar con mucho tiento, estamos en tiempo de descuento pero la partida no ha acabado. Como dicen algunos amigos futboleros, no hay posibilidad de remontada en caso de encajar el gol que supondría dejarse llevar por el uniformismo ese que proponen por la calle Génova al intentar cambiar el eje tradicional (y desfasado) izquierda-derecha por el de unionistas-separatistas en el que el PP se autoproclama abanderado. Todo muy digno de los contratos de adhesión en los que acabas firmando hasta la venta de tu alma, dejando entrever que estás con ellos o contra ellos (léase ELLOS como todo el orden constitucional y cósmico si se tercia). Todo esto junto con con una tasa de indecisos que puede rondar el 20% a semanas de las elecciones, deja claro que nada está decidido y hay que ir con mucho cuidado. ¿Algún candidato de los que se presentan a las elecciones quiere que le incluyan en un proyecto con un presidente amortizado que se ha pasado toda la legislatura esperando a que caigan los higos de maduros en lugar de cogerlos del árbol?. Igual eso es algo que debieran plantearse los candidatos a las elecciones. Muévanse, demuestren que van a hacer si son presidentes, no vayamos a pensar en tener cuatro años más a un presidente doctorado en “ il dolce far niente” al que hasta le gobiernan los otros. En eso de la vida contemplativa el actual me parece que no tiene rival, ni siquiera Santa Teresa de Jesus, tan apreciada por nuestro Ministro de Interior.