Revista Cultura y Ocio
En tiempos de crisis hay que hacer más con menos
Publicado el 25 noviembre 2012 por Alberto Vil @cajonAV"En una época de globalización y exceso de información, los compendios o resúmenes facilitan la comprensión de por dónde camina el mundo. Lo mismo ocurre en arquitectura, tal y como recordó ayer Norman Foster durante la presentación en Madrid de «Atlas. Arquitecturas del siglo XXI», cuatro volúmenes editados por la Fundación BBVA que analizan más de 500 obras realizadas desde 2005 hasta hoy.
Un grupo de diez especialistas analizan por regiones las obras más significativas, en un intento de explicar «el fenómeno de la globalización de la arquitectura», explicó durante el acto Luis Fernández-Galiano, catedrático de Proyectos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, quien señaló a Norman Foster como arquitecto global, uno de los autores con más presencia en estos cuatro volúmenes.
Para el arquitecto inglés, la globalización en arquitectura es un proceso nada novedoso que se remonta al Renacimiento italiano con Andrea Palladio, el primer exportador de cultura: «Su interés por traspasar fronteras; todo se remonta a su influencia. Después, el Barroco hizo posible ciudades como San Petersburgo», explicó. Esta carrera hacia unas sociedades en red, iniciada en el siglo XVI, ha seguido extendiéndose con el ferrocarril hasta el lejano Oriente y ahora, en un nueva etapa, sigue entrelazando el mundo con los productos de Apple.
La única diferencia es la velocidad de los cambios. Y en este contexto de crisis, la aquitectura de bonanza ha cedido terreno a la arquitectura de la necesidad. Con ayuda de las estadísticas, Foster dio las claves para para superar «el momento terrible» de la arquitectura europea: «La construcción es una industria creciente. Se espera que crezca un 65 por ciento para 2020. Ahora genera 125.000 millones de dólares de ingresos y cuenta con mas de un millón de trabajadores, de ellos 400.000 arquitectos, la mayor parte europeos. Sin embargo, en Europa la actividad sólo representa un dos por ciento de estos ingresos». Por tanto quien quiera sobrevivir debe « creer en el futuro, ir allí donde está la acción- dijo Foster-, y hacer más con menos. Los grandes edificios de Nueva York como el Chrysler, el Rockefeller Center se han convertido en iconos de la nación y nacieron en la Gran Depresión. Los momentos de crisis son cíclicos y de ahí los arquitectos sacamos estímulos y aprendizaje». Hace unos años EE UU era la gran fábrica de obras de referencia, ahora China y Japón son las potencias que se arriesgan: «es actitud mental más que inversión. La decisión de no hacer nada también tiene implicaciones financieras», opinó en clara referencia a la posibilidad de que la crisis condene al ostracismo a la arquitectura en Europa.
Es importante, según su experiencia, establecer redes, colaboraciones con otros estudios internacionales, adaptarse a nuevas culturas y a nuevos campos de trabajo, como el de infraestructura o el mobiliario, sector en el que su estudio también está experimentando. Parace que vuelve el momento de centrarse en viejas necesidades como la de alojamiento y dejar los puntos de vista que vayan más allá de la utilidad del diseño; por eso el gran reto de la arquitectura para este milenio globalizado será cubrir las necesidades básica. Pasar del refugio al proceso social porque «las sociedades que no tiene acceso a la electricidad son las que están proliferando y sin embargo se les niega este acceso. Donde existe electricidad, luego surge la educación, etc», concluyó Foster". (Eva M.Rull.larazon.es)