Revista Filosofía

En tiempos de Nietzsche

Por Vicente

Marco histórico, sociocultural y filosófico de Nietzsche

Nietzsche vivió la segunda mitad del siglo XIX, que estuvo marcada desde el punto de vista histórico por la unificación alemana. La unificación no había sido posible ni en 1830 ni en 1848. Dos grandes potencias, Prusia y Austria, se repartían el territorio y el deseo de unidad era mirado con recelo por las otras potencias europeas. La unificación fue promovida por Bismarck. El desarrollo industrial de Prusia impulsó una sólida economía y la creación de un poderoso ejército. Tras la victoria de Prusia en la Batalla de Sedán contra los franceses, se creó el 'Segundo Imperio', incorporando los estados del sur a los, ya unificados, del norte, lo cual modifica el mapa político de Europa. Alemania hizo sombra, así, a una Gran Bretaña que se expandía colonialmente. 


Socialmente, el proceso de unificación dio lugar a un extraordinario desarrollo económico y a un cambio en la estructura social. Una parte de la población pasó del campo a la ciudad y la economía agraria dio paso a una economía industrial; la burguesía controlaba las finanzas y la industria aunque su unidad se rompía y quedaba dividida en: alta burguesía (que intentaba mantener el estatus) y baja burguesía (aquellos que pretendían modificar el sistema y alcanzar mayor igualdad social). Los trabajadores industriales se organizaron para obtener mejoras laborales y obtener derechos políticos, pero el desarrollo científico y tecnológico (impulsado por la industrialización) frenó la lucha obrera dando nuevas áreas de expansión al capitalismo y avivando los sentimientos nacionalistas. 
A lo largo del siglo XIX, la comunidad judía fue mejorando su situación y consiguió, en gran medida, equiparar sus derechos a los de los demás ciudadanos en la mayoría de los países europeos.  Pese a ello, este pueblo fue perseguido en ocasiones por grupos antisemitas y ultra nacionalistas. Lo cierto es que algunos de estos sectores consideraban que los judíos eran una raza extranjera que no podía integrarse dentro de la cultura europea, aunque nunca llegaron a emprender una campaña política organizada.
En cuanto a la cultura, destacan los avances sanitarios de Pasteur y el evolucionismo de Darwin (que dará un giro radical al papel del hombre en el Universo), el marxismo y la aparición del Psicoanálisis de Freud, a cuyas filas se incorporará el gran amor de Nietzsche: la judía Lou Andreas Salomé. Fue coetáneo de Nietzsche el pensador Karl Marx.  

También fue la época del Realismo en Literatura, una vez superado el Romanticismo: Víctor Hugo, Dickens, Dostoievski,... y de la crítica a la sociedad decadente a través de las vanguardias; en Pintura destacaron Gustav Klimt (quien expresa el deseo inconsciente tal y como lo entiende el Psicoanálisis), Van Gogh y el Impresionismo francés. En la música destacó Wagner, con quien Nietzsche tuvo una conflictiva relación.


La filosofía alemana estuvo marcada por el idealismo hegeliano, su 'Espíritu del Pueblo' y su visión lineal y dialéctica de la Historia. Contra Hegel surgió el Irracionalismo vitalista de Schopenhauer que confiere a la voluntad ciega de vivir la clave del dolor de la existencia humana y propone correr el 'velo de Maya' para, así, ser capaces de anular la voluntad y acabar con el sufrimiento.  Contra esto último se revuelve Nietzsche: el sufrimiento es parte de la vida y hay que aceptarlo tal cual.  El novelista e intelectual, Thomas Mann, consideraba a Schopenhauer, Nietzsche y Freud como las figuras clave de finales del XIX y el XX y la filosofía del XX calificó a estos últimos (junto a Marx, quien retiene la visión lineal y dialéctica de la Historia pero sitúa al 'Capital' (y no a una Idea) como el Sujeto de la misma) de 'maestros de la sospecha'.  Su influencia, desde luego, ha sido decisiva para la filosofía de los grandes pensadores del siglo XX, como Ortega entre otros muchos.

Pero, además, debe destacarse la tremenda huella del Magisterio de la sospecha -y, en concreto, de Nietzsche- en iconos universales de la cultura popular de masas a través de, por ejemplo, el cineasta Stanley Kubrick (Espartaco, 2001.  Una odisea del espacio, La naranja mecánica) o de la épica de los superhéroes del cómic, llevada también a la gran pantalla.  


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