Revista Cine

En tierra hostil (The hurt locker).

Publicado el 17 febrero 2010 por Tomasrodriguez
En tierra hostil (The hurt locker).Frente a otros conflictos bélicos en los que han participado los Estados Unidos, la Guerra de Iraq no ha (o había) conseguido calar en el público. Pese a intentos más o menos notables (Jarhead, Leones por corderos, Redacted...), no hay una cinta que lograse enganchar, quizás porque todas partían de un presupuesto moral como el de decirnos lo mala que es la guerra.
Quizás en II Guerra Mundial, existía un enemigo claro y la del Vietnam significó un "despertar" de la sociedad ante lo que sucedía en el frente, por primera vez se veía "el horror". Por su lado, mientras, en los conflictos tanto de Iraq como Afganistán hay más implicaciones (terrorismo, control de medios de comunicación, etc) que hacen que sea más difícil -por lo menos en lo que se adivina- que el público USA tenga una conciencia clara de lo que sucede en Oriente Medio.
En tierra hostil (The hurt locker), nos situamos en la Guerra del Golfo durante el 2004, en los momentos posteriores a la entrada del ejército norteamericano en Iraq. Una unidad de artificieros recibe a un nuevo sargento. Este resulta ser un individuo temerario, incapaz de aceptar norma alguna, que pone a sus hombres (y a si mismo) en peligro de manera constante.
A priori la película que dirigida por Kathryn Bigelow reune todos los ingredientes para quedarse en "solo" una película de acción, pero logra ir más allá. Hay un estilo periodístico en la historia, bastante interesante. En este no existe aparentemente una trama, al menos no al uso. No presenciamos una persecución, no hay un "malo", de hecho las acciones no parecen tener una unidad más allá del contexto y los personajes... pero no es así.Lo que sucede es que la trama no se encuentra en lo que vemos, el verdadero drama se desarrolla en la mente de los protagonistas, en la manera en la que las acciones que van protagonizando les afectan.Un detalle a destacar. El guión es obra de Mark Boal, escrito a partir de los relatos redactados durante su estancia en Iraq, en compañía de una unidad de artificieros, como también fue suyo el relato que dio pie al libreto de En el valle de Elah, en el que se contaba como la experiencia en el frente alteraba a los hombres, casi imposibilitándolos para mantener una vida normal.
Jalonado por encuentros algunos absurdos, otros casi surrealistas -tremendo el de David Morse-, la película nos cuenta un viaje hacia las profundidades del alma humana, justo hasta el lugar al que ninguno de nosotros queremos llegar, al límite entre razón y locura.Para ello la caracterización de los personajes es fundamental. En esta se parte de un retrato, en principio de trazo grueso de los protagonistas. Al inicio cada uno de ellos parece encarnar un tópico del género bélico. Está el soldado responsable (William MacKie/JT Sanborn); el cobarde (Brian Gerathy/Owen Eldridge) y el temerario (Jeremy Rener/William James). Lo que la directora hace (y muy bien) es irle dando profundidad a cada uno de ellos, para terminar por mostrarlos -a todos- como seres rotos. Cada uno de diferente manera, pero que han sido vencidos por la presión, a la paranoia, de sentirse constantemente amenazados o han llegado al extremo opuesto, en el que necesitan sentir, cada vez, una sensación más fuerte que la anterior para saberse vivos.
Por eso, para mí, La Escena de la película está al final. En el epílogo, en el que vemos la vida de uno de ellos tras su experiencia en el frente. Entonces es cuando experimentamos el auténtico drama. El terror de una persona que cada día se jugaba la vida, tomando decisiones a vida o muerte en segundos, que es incapaz de hacer algo tan sencillo como elegir qué comprar en un supermercado. Más impactante es el diálogo posterior, en el que se encierra todo el (triste) mensaje de la película y que se encuentra en la frase que la abre.
"El ímpetu de la batalla es una potente y muy a menudo letal adicción, pues la Guerra es una droga".
Esto es más significativo si tenemos en cuenta como vivimos en una sociedad que se caracteriza por, precisamente, intentar subliminar los impulsos violentos que laten dentro de cada uno de nosotros.
Pero la película no juzga. Quizás fruto de la herencia periodística del guión, la historia cuenta, pero no intenta hacernos pensar de una manera determinada. Pero ¿hace falta?¿Es necesario que alguien nos diga que la guerra es terrible?
Me ha gustado mucho la dirección de Bigelow que, sin ser confusa, ha sabido dotarla de mucho nervio, con mucha viveza a las imágenes -una "marca de la casa" de la directora-; y también las interpretaciones, todas en general son destacables, incluso las más breves, pero si que destacaría a la pareja protagonista: William MacKie y -sobre todo- a Jeremy Rener. En general me ha gustado mucho su interpretación, pero en la última parte de la película me parece sobrecogedora.

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