Revista Educación

En tu ausencia

Por Esther
En tu ausencia   En tu ausencia he olvidado tus poemas, las caricias, las heridas. He sido libre, he conocido otros brazos, lugares recónditos y olvidados, he aprendido a escuchar al mar y a sus ninfas de dorados cabellos. He sido caballero de princesas abandonadas, promotor de sinceras esperanzas, fuerte en mis convicciones, exitoso en mis ambiciosos proyectos. Volaba en otros cielos, te borraba del mapa, conquistaba otros espacios, me enamoraba de esa mujer que se sinceraba y creía en el compromiso, de una persona de carne y hueso que amaba el desorden y se reía suavemente de sus propios secretos, sin compartirlos jamás conmigo pero regalándome su compañía.  Demasiado sencillo, demasiado fácil…
   En tu ausencia he recordado cada lunar de tu cuerpo, las canciones, tu risa cristalina, tu arrolladora sinceridad. He quedado preso de tus caprichos, incapaz de vivir a la orilla de otros sueños, sin calma ni valor, con un miedo atroz a sumergirme en las aguas gélidas habitadas por sirenas sin encanto ni pasión. He sido débil en un mundo vacío y sin gracia, masticando mis fracasos y esperando, siempre esperando. Prisionero en una jaula apuntalada que me impedía ver el sol y sus destellos, rechazando a mujeres más reales que tú pero ninguna con tu descarnada visceralidad, con tu desquiciante perfeccionismo y tus verdades desnudas. Firmo mi declaración de amor en una estación descolorida mientras espero tu regreso, has ganado una vez más.  Te busco en el andén camino a un paraíso imaginario para decirte que sin ti no soy nada, que vuelvas pronto, que los tacones de tus zapatos rojos se me clavan en el alma. Pero que prefiero vivir bajo la amenaza de su aguijón a verme privado de unos ojos que me condenan a ser nada más que un mendigo ante una reina descarada. En tu ausencia he querido ser dueño de mi vida, en tu ausencia he comprendido que soy mero esclavo de la tuya.

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