En tu nombre

Froilán es un duende benigno que nunca descansa y que se acerca despacito, pero sabiendo adónde se dirige y, con pocas palabras, sin obligarte, te propone algo a lo que, lo adivinas de antemano, no podrás negarte. Y como tampoco aprendí de chica a decir ´No, gracias´, me embarco y, pelillos a la mar, e inicio una sección que quiero titular. EN TU NOMBRE. Me explico: Creo que recordar es volver a vivir aquello que nos llenó emocionalmente, nos hizo felices y se convierte, por esa habilidad del cerebro en un juego de recuerdo y nomeolvides. Voy a compartir con quienes me leéis, parte de la personalidad y obra de un maestro a las horas debidas y poeta a las no debidas. Así se definía él. Haremos un recorrido corto en cada entrada que ponga en El Curiosón de nuestro amigo Froilán en la que os iré contando cómo era, por qué escribía, los temas elegidos, los poemas en los que su modo de ser ante la vida se refleja serenamente. Y de sus libros en prosa en los que aparece una ciudad, nuestra Palencia, vista con los ojos de quien la amó intensamente.

Empiezo contando cómo conocí a Marcelino García Velasco, la persona más sencilla que he tratado dentro de este mundo cultural en el que moverse significa, en muchos casos, obviar al de al lado y pasar por encima de él pues destacar se convierte en obsesión, no muy sana, por cierto y sí, enfermiza, en algunos casos. Había aprobado la Oposición para acceder a una escuela ya que mi vocación estaba decidida a los 4 años. Seguramente por las enseñanzas de mi abuela Natividad con quien viví, seis años, en el ´Parador de Porora´ de mi abuelo Antimo Arroyo. Situado en la curva del Puerto de Perales que era conocida como la revuelta de los portugueses pues muchos de ellos fueron contratados para trabajar en ese tramo de la carretera que unía Coria y Ciudad Rodrigo. Eran de alguno de los pueblos que conocíamos como la Raya de Portugal, próxima a nuestros pueblos extremeños.

Yo había sacado el número 16 de una larga lista. Pero ese año solamente colocaron a 15. El resto fuimos enviadas al resto de provincias de Castilla y León. Llegué en el seiscientos de mi padre con otras dos amigas y fuimos directos a Cubillo de Ojeda, el lugar que yo elegí entre todos los que había libres. Elegí la primera pero Dueñas, Magaz, Becerril, y otros muchos estaban libres. Les contaré cómo el destino me hizo llegar a Cubillo y por qué mis dos compañeras eligieron Camasobres y Otero de Guardo.