Revista Insólito

En tu nombre (V)

Publicado el 24 enero 2024 por Monpalentina @FFroi

Marcelino, persona de gran corazón, dispuesta a ayudar siempre. Elegido Académico de la Institución Tello Téllez de Meneses desde el año 1.996; recordaba con nostalgia un tiempo en el que, mientras preparaba Magisterio, trabajó unos meses en la biblioteca de la Diputación. No imaginó que, más adelante, él sería elegido director, dos veces consecutivas, período total, ocho años de esta prestigiosa Institución. La Cultura palentina tiene en la Institución Tello Téllez de Meneses cuna y sabiduría: mujeres y hombres dejaron y, dejan, su impronta y buen hacer en todos los campos. La revista de la Diputación da cuenta de sus múltiples publicaciones.


En el Norte de Castilla de aquel año, 1.996, Javier García Escudero (acompaña una fotografía de J, Ruiz) escribe que: "El ingreso de Marcelino García Velasco, en la Institución Tello Téllez de Meneses, órgano dependiente de la Diputación Provincial, viene a corroborar la trayectoria cultural de uno de los poetas palentinos más lúcidos de la actualidad, en una tierra poco dada a la lectura y escasamente amante de la lírica. Escribo en tu nombre hoy, tres de enero. Hacia las doce, iba a rehabilitación de la voz. Casi imposible atravesar hacia la Plaza Mayor; el gentío taponaba calles que confluyen hacia el Teatro Ortega. A la vuelta, pasadas las dos de la tarde, vi que salían. Solo el deporte reúne a tantas personas. Había mucho chiguito. Si tiene aficiones deportivas de niño, quizá destaque como lo hicieron otros palentinos. Ejemplo: Mariano Haro. Gran Atleta. Buena persona. Con nada menos que 27 títulos en su haber profesional. Lo conocí en Becerril de Campos el año 1.964, donde Marcelino ejerció su profesión de maestro. Yo no quería vivir en un pueblo. Preparó y, aprobó Oposiciones a 10.000 habitantes. Ese verano, en Valladolid, su inestimable amigo Manuel Carrión Gútiez- poeta de calidad literaria reconocida- nos casó el 21 de agosto del 64. Fueron a la boda tres poetas. Además del novio y, del cura, asistió José María Fernández Nieto, otro grande en este género literario, persona respetada y querida por mi marido. Buen orientador tuvo. Cuando recibió su primer consejo, tiró al río cuanto había escrito. José María fue, además, mi primer amigo palentino. Nació el mismo año que Vidal Arroyo García, mi padre. Lo tuve en gran estima. En su seiscientos, se echó al camino, no de Santiago, sino de Cubillo de Ojeda para conocer a la novia del maestro poeta. Enfatizamos al vernos. Tengo la convicción de que fue "a darme el visto bueno".

Marcelino aprobó con buen número. Opción, Bilbao. Pero lo "ficharon" para dar Preu los frailes de San Juan de Dios que conocían su valía profesional. Allí permaneció hasta que, en 1.979, nos reunimos en el Colegio Modesto Lafuente que, de femenino, pasó a mixto. Quedó una plaza libre en el Colegio Blas Sierra. Esperaba nuestro primer hijo y la pedí por estar más cerca de casa. Nació en La Coruña el 30 de julio del año 65 y, durante la baja por maternidad, aprobé la Oposición a Escuela Infantil. Volví a Juan Mena hasta 1.976 en que pedí Jorge Manrique. Marcelino se jubiló a los sesenta años aunque le descontasen dinero. Para ambos fue prioridad que disfrutase escribiendo como solo él sabía hacerlo. Yo seguía en Juan Mena, salvo un año en el que ejercí en La Carcavilla, con Carmelina Vielva. Cerraron la escuela. El edificio sigue en pie. En 1.976 me pasé a Jorge Manrique, donde estuve tres años. A este colegio asistieron mis hijos y, luego, los nietos. Pensamos, aunque fui alumna de colegio privado, Carmelitas -en Valladolid- que deberían ir por igualdad de oportunidades a la escuela pública, luego al Instituto y a la Universidad. Y valió la pena.

Anécdota en Coruña

Mariano Haro participaba en una prueba importante en el Estadio de Riazor. Fuimos a verle con nuestro primer hijo, Ignacio Javier, tenía poco más de dos años. No sé cómo se nos coló desde la primera fila y, de pronto, apareció en el estadio corriendo y gritando el nombre que tantas veces nos había oído: HARO, HARO, HARO... El sonido de los aplausos se hizo mayor cuando, desde otras partes del estadio, vieron a aquel pequeñajo, delgado y no muy alto, corriendo. Cuántas veces el pobre hijo tuvo que sufrir bromas al comentar su "aventura" con familia y amigos. Una vez, no aguantó más, jugaba con un coche y lo lanzó al aire; menos mal que no le dio a la lámpara favorita de mi madre. También en la playa de Orzán, vivió más aventuras. Contaré sobre mi querido poeta e incluiré poemas en la próxima entrega. Un saludo a los lectores.

Y, gracias por seguirme.

En tu nombre (V)

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