En toda la cristiandad se celebra el día 15 de agosto la fiesta solemne de la Asunción al cielo de nuestra Señora la Virgen María, madre de Dios y madre nuestra.
En 1950 se declaró el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo.
El dogma de la Asunción indica que la Madre de Dios, tras su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial. Fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentissimus Deus:
“Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo”.
El Catecismo de la Iglesia Católica dice: “La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos”
La importancia de la Asunción para nosotros, se basa en la relación que hay entre la Resurrección de Cristo y la nuestra.
La presencia de María, ser humano como nosotros, se halla en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo siendo eso: una anticipación de nuestra propia resurrección.
LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
Virgen pura, hoy quiere Dios Que subáis del suelo al Cielo,
Pues cuando quisisteis vos,
Él bajó del Cielo al suelo.
Si en la tierra daros quiso
Dios del bien que allá tenía,
¿Qué os dará en el paraíso,
Donde todo es alegría?
El amor vuestro y de Dios
Hoy se encuentran en el vuelo,
Pues por Él a Dios váis vos,
Y Él a vos vino del Cielo.
El Padre os da la corona,
El Hijo su diestra mano,
Y la Tercera Persona
Os da su amor soberano.
AIcanzáis, Virgen, de Dios
Premios, honras y consuelo,
Y por Él sois Cielo vos,
Y Él por vos hombre en el suelo.
Juan López de Ubeda
“Hijos míos, el verdadero nombre de esta fiesta, debería ser: ‘La fiesta de la Divina Voluntad’.
Fue la voluntad humana la que cerró el Cielo, que destrozó los vínculos con su Creador, la que hizo salir todas las miserias, el dolor, y que puso término a las fiestas que la criatura debía gozar en el Cielo.
Ahora, esta criatura, Reina de todos, con hacer siempre y en todo la Voluntad del Eterno, es más, se puede decir que su vida fue sólo la Voluntad Divina, abrió el Cielo, se vinculó con el Eterno e hizo volver las fiestas en el Cielo con la criatura; cada acto que hacía en la Voluntad Suprema era una fiesta que iniciaba en el Cielo, eran soles que formaba como ornamentos de esta fiesta, eran músicas que enviaba para alegrar la Jerusalén Celestial.
Así que la verdadera causa de esta fiesta es la Voluntad Eterna obrante y cumplida en mi Mamá Celestial, que obró tales prodigios en Ella, que dejó estupefactos a Cielos y tierra, encadenó al Eterno con los vínculos indisolubles de amor, raptó al Verbo Eterno hasta su seno, los mismos ángeles, raptados, repetían entre ellos:
‘¿De dónde tanta gloria, tanto honor’?…