Dos obras en una.
Un libro muy interesante que se puede leer en poco tiempo, pero que recomiendo, al contrario, se lea lo más lentamente posible, para degustar sus sutilezas, todos esos significados aparentemente ocultos que hay en el verbo inteligente que sólo se saborean con un paladar que disfruta despacio, desgranando, meditando derivaciones semánticas.
Editadas por primera vez en castellano en La Uña Rota. Traducidas por Regina López Muñoz y Pablo Moíño Sánchez, en la colección Libros del Apuntador.
Victor Segalen es un polifacético hombre de mundo de fina y variada (si no es variada simplemente no lo sería) cultura, que dejó por escrito muchos de sus viajes (como la larga carta que se incluye en este volumen, envíada a Debussy hacia el final de su vida relatándole sus peripecias asiáticas, con transcripciones musicales de breves cantinelas incluídas en las págs. 101 y 102). Muy curiosas son sus comparaciones entre China y Japón.
Leer este libro es profundizar un poco más en Debussy a los ojos de quien fue un amigo muy especial, de quien confiesa relatarle aspectos estéticos muy hondos, quizá por la afinidad de concepto artístico de ambos, tanto es así que proyectaron más tarde realizar una obra conjunta, Orfeo, que en su parte musical, lamentablemente, no llegó a ver la luz (o debería decir, más acorde con el contenido del relato, la "materia sonora"). Debussy: "Es usted uno de los pocos a los que hablo de música, o incluso a los que hablo de mí." (pág. 68).
En un mundo sonoro, de sorpresivo y abrupto final, realmente ingenioso, nos sumergimos de pleno en una concepción del mundo a través del oído como principal órgano sensorial (frente a la vista, que sabemos, que domina nuestro cerebro en cuanto a la cantidad de información que conforma nuestra "escala de valores perceptivos"). Como se expresa en el libro muy poéticamente: la materia es Ruido, la nada es el Silencio..." (pág. 47).
Ciertamente, si la evolución nos hubiera especializado en otros sentidos, nos hubiera llevado por otros posibles caminos biológicos, nos encontraríamos con que la realidad del supuesto "no cuerdo" es más potente que la "aparente real", pues estamos tod@s, sin darnos cuenta, encerrados en nuestro sistema perceptivo, como contemplando lo que entra por ese embudo y no todo, que nos puede confundir respecto de lo que efectivamente "es real". Si siempre estamos bajo un paraguas (sensorial) quizá podríamos llegar a afirmar que la lluvia no existe. Este libro invita a reflexionar sobre el poder de los sentidos, y de su jerarquía en nuestra estructura como seres humanos, una entre las muchas que hipotéticamente hubieramos podido desarrollar como especie.
El propio Debussy definió "En un mundo sonoro" como "una cosa estupenda, en un campo absolutamente inexplorado... Sería deseable que la gente quisiera entender bien lo que ha querido usted decir. Es bastante dudoso... porque nunca admiten que la mayoría de ellos ni oyen ni ven.". (¡Ahí queda!)
Las Entrevistas con Debussy son anotaciones bastante precisas de sus conversaciones con el celebérrimo compositor de Peleas. Las recomiendo por la cantidad de información que contienen sobre su estética, como cuando explica su posición respecto a esa obra y su deseo de no repetirse, estética compositiva, su punto de vista respecto de la orquestación, o sobre la reducción a cuatro manos (que Debussy tocaba a dos) de La Mer, entre otros muchos jugos que podemos extraer en una lectura atenta y pausada de este lindo manual de introducción a momentos de su intra-historia, podríamos decir, como si mirásemos por el ojo de la cerradura de su casa unos instantes)...
Me hizo mucha ilusión, por la admiración que le tengo, ver citado a "Ricardo Vinès", escrito así, sin eñe, sin duda aludiéndose a Ricardo Viñes, el pianista catalán (que podemos encontrar en la web por su nombre Ricard Viñes i Roda). La wikipedia afirma que su nombre de nacimiento es Ricardo. De él se anota "demasiada aspereza" (sic!). No es incierto que su técnica es puramente francesa, muy "digital", por lo que sorprende que le confiara estrenos de sus obras. En el vídeo que comparto le escuchamos su antiquísima versión la Soirée dans Grenade de las Estampes.
Adoraba a dos pianistas: Mme. Antoniette Mauté de Fleurville (nacida Chariat) -sin citar su nombre-, su profesora de piano, alumna de Chopin (de quién quizá Debussy heredó las posiciones técnicas y estéticas tan particulares y afines a ambos, como se ha puesto de relieve en un trabajo de mi amigo Javier Perianes "...les sons et les parfums. DEBUSSY meets CHOPIN". De ella afirma que tocaba "como nadie hace ahora; poniendo la vida". El otro pianista, a quien tuvo el privilegio de escuchar en Roma, es Liszt (sin comentarios también, en esta ocasión de Debussy).
Os dejo dos vídeos más (audios en realidad), uno es la interpretación en piano roll del propio compositor, para que comparemos estilísticamente con Viñes (¿se referiría a él cuando en la pág. 79 dice que un español toca esta obra "como la música húngara"?, posiblemente no) y la otra es una de las escasísimas grabaciones acústicas del compositor, con la soprano Mary Garden, a quien alude también en el libro.
Me gustaría, además de volver a recomendaros esta exquisita y aguda obra, despedirme con las palabras que escribió Segalen tras escuchar al piano a Debussy. Me parecen tan descriptivas de lo que sus partituras tanto sugieren: "Debussy va a buscar la música. Apenas tararea; toca de manera sobrehumana: en un Pleyel admirable. Es la atmósfera lo que penetra y resplandece. Nada de ataques, un envolvente rítmico y tornasolado. Y el admirable perfil pagano de las náyades es una cosa indescriptible bajos sus dedos".
¡Qué suerte tuvo de escucharlo en vivo y en directo y qué capacidad crítica, que finura perceptiva y qué inteligencia de pluma!
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Fragmento
Victor Segalen