Venden de todo y todo a buen precio. No engañan a nadie y saben respetar los gustos del cliente. Por ejemplo las bebidas están siempre muy frías, el pan está calentito y están abiertos desde muy temprano hasta muy tarde. Creo que esos tres factores ya serían suficientes para garantizar el éxito de una empresa pero es que, además siempre saben dónde está cada cosa y, algo muy importante, tienen cambio de cualquier billete y te lo dan sin ponerte mala cara en absoluto.
La verdad es que no sé porqué hoy me ha dado por los chinos. Seguramente porque me alegro de que haya cosas que todavía funcionan bien. Parece ser que el trabajo bien hecho tiene su recompensa y este caso de los negocios chinos es un ejemplo clarísimo de ello. Lo que pasa es que es muy fácil de ver a toro pasado, cuando ya se ha constatado que el modelo funciona y solo hay que abrir tiendas en lugares donde no las hay.
Lo difícil es arriesgarse antes y en este punto yo tengo una deuda conmigo mismo porque nunca me arriesgué, nunca fui capaz de ver las cosas con perspectiva y con antelación. Podría haberme ido muy bien en algún negocio porque tanto viajar, tanto conocer gente y tanto tiempo libre… no sé… debería haber sido suficiente para desarrollar una idea, pero no lo supe ver, esa idea nunca llegó y siempre me quedó la duda de si hubiese podido funcionar algún tipo de empresa que vinculase los dos lados del atlántico. Algo como venta de vinos, de cuero, de lana, de artesanía, etc. tantas posibilidades había, que finalmente nunca me arriesgué. También es verdad que no tengo mentalidad de empresario. A mí me das cinco euros y me los gasto o, como mucho, los ahorro, pero no los sé convertir en diez.
Forma parte de mi manera de caminar por la vida. Siempre fui despreocupado, alegre y sin responsabilidades. Por eso no me imagino al frente de una empresa, estresado y con la cabeza siempre en ebullición. De haber sido así podría haber ganado algún dinero a cambio de ceder mi libertad y mi espontaneidad. No lo hice y ahora me veo de nuevo libre y sin responsabilidades, pero sin dinero, en un momento en que me hace mucha pero mucha falta.
Qué le vamos a hacer. A estas alturas y en mi estado ya si que no puedo cambiar nada de eso. Siempre fui y siempre seré un torpe para los negocios porque siempre fui y siempre seré un enamorado de la vida en calma y en libertad. Para mí fueron mundos incompatibles. Es posible que alguien los pueda juntar y gozar de las ventajas de ambos, porqué no. Siempre he sabido que hay muchísima gente con muchísimo más talento que yo, así que tampoco me extrañaría tanto.
Creo que solo hay dos maneras de ganar dinero de verdad: robando o comerciando. Y no soy bueno en ninguna.