Un cruce de caminos
El cruce de caminos es un lugar sagrado.
Allí el peregrino ha de tomar una decisión.
Por eso, los dioses suelen dormir y comer en los cruces.
Donde las carreteras se cruzan, se concentran dos grandes energías, el camino que será escogido y el camino que será abandonado.
Ambos se transforman en un solo camino pero simplemente por un pequeño período de tiempo.
El peregrino puede descansar, dormir un poco, incluso consultar a los dioses que viven en los cruces, pero nadie puede quedarse allí para siempre: una vez hecha la elección, es preciso seguir adelante, sin pensar en el camino que se dejó de recorrer.
O el cruce se transforma en maldición.
(Extracto de Maktub, Paulo Coelho)
Últimamente, como ya habréis comprobado, los avatares del destino, la casualidad (o la causalidad) de los sucesos y las encrucijadas rondan mi cabeza con insistencia. Debe ser porque estoy en una época de mi vida en la cual tengo que tomar decisiones muy importantes.
Y, para mi desgracia, me he encontrado parado en algunos de esos cruces (realmente cruciales) demasiado tiempo. Espero estar todavía a tiempo de escapar a la maldición de los Dioses menos pacientes. Espero asimismo que algún otro Dios más benévolo me susurre en el oído algún vestigio del destino.
Aunque, también sea dicho, hay personas que se que quedan en el cruce, sentadas en una silla, esperando la casualidad de su vida, la más grande. Y a veces el destino juega a su favor. Será que sintieron su deseo con tanta intensidad que hicieron suyo el destino.