El alcalde de Azuqueca, Pablo Bellido, entregó a Clara Sánchez la placa de su nueva calle
Hay un nuevo barrio en Azuqueca en el que me encantaría vivir. Es el Barrio de los Escritores, por el que campan José Luis Sampedro, Almudena Grandes y Clara Sánchez, entre otros. En realidad, los nombres de las calles homenajean a escritores y a periodistas con algún tipo de vinculación con Guadalajara. Hasta el momento, ocho autores han recibido la placa que acredita que hay una calle en Azuqueca que lleva su nombre. La última en recibirla ha sido, precisamente, Clara Sánchez, nacida en Guadalajara y ganadora del Planeta de 2013. Y ese es el motivo por el que nos visitó el pasado 15 de enero y, además de recibir su placa, como muestra la fotografía que encabeza esta entrada, nos contó un montón de cosas sobre El cielo ha vuelto y sobre su manera de escribir. Comenzando con una que me parece que explica a la perfección la sensación que tengo cuando leo uno de sus libros: “Mi literatura es como los paisajes de Guadalajara: llanos, planos hasta donde llega la vista, sembrados de trigo o de cebada, donde parece que no pasa nada pero en cuyo seno hay mucha vida”. Una vida llena de cotidianidad y de excepcionalidad que refleja lo que muchos vivimos cada día y que tiene un objetivo claro: “Quiero que el lector sienta que ha estado sumergido en la vida al terminar mis libros”. Feliz por su calle y por el encuentro con los clubes de lectura de la Biblioteca Almudena Grandes de Azuqueca, Sánchez alabó la labor de estos grupos de lectores que se reúnen para leer y compartir impresiones sobre sus lecturas porque, como señaló, “los clubes son hoy los que mueven el libro y los que convierten la lectura en algo real, en algo cotidiano”. Sobre su esencia como escritora, Clara Sánchez explicó que “empecé a escribir porque siempre he tenido la necesidad de escapar. Y en parte era culpa de mi familia: he tenido una familia muy melodramática, muy pasional, así que he reconocido los sentimientos desde muy niña porque en mi familia no se guardaba nada. Yo eso lo vivía con tal intensidad que tenía la necesidad de escapar y lo hacía a través de las historias que me inventaba. De ahí creo yo que me viene cierto desgarro a la hora de contar las cosas”.La directora de la biblioteca, Eva Ortiz, junto a Clara Sánchez
“Tenían que darle cauce a esa manera de sentir la vida”, continuó la autora de Lo que esconde tu nombre, quien aseguró que “a mí la literatura que me gusta es la que hace sentir, la que no deja indiferente”. En este sentido, explicó que El cielo ha vuelto, su última novela hasta el momento, es una reflexión sobre lo que se oculta detrás de las casualidades: “somos muñecos en manos del azar pero ¿no habrá algo detrás, unas leyes que no alcanzamos a conocer o comprender?”. Y así nos metió de lleno en el análisis de la novela con la que ganó el Planeta en 2013, una obra protagonizada por una modelo, Patricia, que se parece mucho a cualquiera de nosotros: “Todos somos un poco Patricia: hemos sido inocentes, hemos confiado... Pensábamos que alguien velaba por nosotros... Y hemos visto que no era así. Pero que conste que la desconfianza (que es lo que Patricia aprende en la novela) no tiene por qué ser mala, todo depende de cómo la encaremos. Pero puede ser positiva, puesto que puede hacernos más críticos con nosotros mismos y con la realidad que rodea”. El cielo ha vuelto “habla de algo muy sutil: del miedo a la mirada del otro”. Patricia es modelo y se expone diariamente al juicio de una gran masa de personas que, en muchos casos, la admira o que aspira a ser como ella. Pero ese éxito profesional la convierte en una esclava, esclava de su propia imagen. Sánchez nos contó en el encuentro que quería poner la lupa en el mundo de las modelos porque le parece un universo tremendamente paradójico: “te conviertes en la más deseada pero justo ese deseo de los demás te impide realizar tus propios deseos o, incluso, placeres tan cotidianos como el de una buena comida”. Además de tener que bregar con el paso del tiempo, las posibles zancadillas que puedan ponerte algunas compañeras o el temor constante a que después del último trabajo que has realizado ya no haya ninguno más. Patricia ha logrado el éxito pero en el momento en el que la encontramos en la novela está empezando a decaer, desplazada por modelos más jóvenes y por los nuevos cánones de belleza. En este sentido, Sánchez también reflexionó con los lectores azudenses sobre el poder del éxito: “La droga más dura que existe es el éxito. Siempre se habla de actores o cantantes adictos al éxito que lo pasan realmente mal cuando este desaparece, que llegan a caer en otro tipo de drogas o en pensar en la muerte cuando pierden el reconocimiento al que están acostumbrados. Pero a mí me interesaba también la reflexión sobre qué entendemos por éxito. Patricia ha logrado el éxito profesional, incluso social, pero ¿qué ocurre en su entorno personal? Y llega a un punto a lo largo de la novela en el que se pregunta qué éxito vale más”.Plateada casi como un cuento, con su hada madrina, su bella princesa y los encantamientos que quieren dañarla, El cielo ha vuelto parte, no obstante, de un argumento realista (como todas las novelas de Clara Sánchez) que, sin embargo, “destaca lo que extraordinario hay en lo ordinario”. Y puestos a hablar de metaliteratura y de las fuentes de las que bebe esta novela, la autora explicó que se miró en Ana Karenina y en Drácula a la hora de escribirla. “Patricia vive rodeada de vampiros que le chupan la sangre. Pero es que el vampirismo tiene algo que también engancha ya que apela a nuestra vanidad: sí, me está chupando la sangre pero es que mi sangre le encanta, le vuelve loco. Hace que te sientas deseada, querida, necesitada, justo lo que le ocurre a Patricia con quienes la rodean. Y también pensé en Ana Karenina, aunque mi protagonista hace el camino inverso: Patricia se salva del amor, de morir por amor. No creo que haya que morir de amor. Hay que amar, pero no morir de amor. No creo en ese tipo de amor. ¡Mujeres, no muráis de amor!”, comentó. Respecto a su manera de escribir, Clara Sánchez comparó las fases de su escritura con un amante y un soldado: “primero la novela es tu amante y te acercas al ordenador y estas enamorada de tu novela y solo quieres pasar tiempo con ella y te dejas llevar y escribes y escribes y escribes... pero luego has de convertirse en un soldado, necesitas una disciplina para que quitar de en medio todo lo que no vale, para criticar tu propio trabajo, para ponerte dura contigo misma y asumir si lo que has escrito vale o no vale”. Sánchez se fue de Azuqueca con una calle bajo el brazo y el cariño de los lectores y de la biblioteca. Esperamos que vuelva pronto. Nos seguimos leyendo.
Puedes ver el vídeo de Azuqueca.tv sobre la entrega de la placa y el encuentro con los clubes pinchando aquí.