El modelo de marido perfecto que James representaba en la primera parte se completa aquí con el de un hombre entregado a la paternidad, que la vive plenamente, implicándose directamente en el cuidado del bebé. La intención de Dolores al dibujar este esquema familiar de implicación de los dos progenitores en igualdad de condiciones en el cuidado del niño y tras la vuelta de Amaia al trabajo era “romper una lanza por la conciliación”.
UNA NOVELA DIVIDIDA EN TRES PARTES
Redondo ya ha hablado en más de una ocasión de que la trilogía del Baztán no consta de tres novelas sino que se trata de una misma novela dividida en tres partes, de ahí que se mantenga la continuidad tanto temática como estilística y que se recurra siempre a los mismos elementos: investigaciones policiales, naturaleza, trama personal, mitología, tradiciones del Baztán... “Es verdad que los casos policiales son autoconclusivos, finalizan en cada parte, pero todo está conectado, incluso esos casos”, señala al respecto.
Para la autora, esta segunda parte mostraría “la parte media del gran iceberg que es la historia en su conjunto. Veremos de dónde viene el odio de la madre de Amaia y de dónde venía el miedo de la inspectora”. En este sentido, Redondo explica que lo que nunca le había acabado de convencer de ciertas novelas de género negro es que se quedaban en el qué: “Solo cuentan qué pasó, se quedan en el presente de los personajes y yo me sentía insatisfecha cuando me presentaban a un investigador alcohólico, divorciado, etc... ¿Pero por qué? ¿Por qué es alcohólico? ¿Por qué está divorciado? ¿Cómo ha llegado a ese momento de su vida? A mí me gusta indagar en los porqués y, así, en esta segunda entrega, seguimos explorando aspectos que se quedaban sin solucionar en la primera parte y que cerraremos en la tercera”.
Respecto a la figura mitológica presente en esta segunda novela, Redondo explicó que el tartalo es una figura mitológica que aparece por toda Europa, asimilable al cíclope griego. “Se diferencia del basajaun en que este es un ser protector de la naturaleza y del equilibrio entre la vida y la muerte, mientras que el tartalo es un ser totalmente malvado”, señaló al tiempo que contradecía a quienes lo comparaban con seres como el yeti: “estas dos criaturas son las dos partes de un todo, el bien y el mal, de la religión tradicional de los vascones, mientras que el yeti es pura leyenda. La diferencia es el tipo de magia que se desarrolla en el Baztán y el tipo de seres que aparecen en su mitología”.
Los seres mitológicos también permiten un cierto equilibrio respecto a la investigación policial y añaden “matices que se mueven en el lado de lo intangible. Los pálpitos, las intuiciones tienen importancia. Amaia se mueve entre dos mundos: el de las pruebas, lo tangible, y el de las percepciones o el mundo de estas criaturas mágicas, lo intangible. Y ella sigue esta segunda corriente porque ve que enriquece toda la investigación, por eso no la rechaza”.
EXPLORANDO LAS RAZONES DEL MAL Y DEL MIEDO
Legado en los huesos ahonda un poquito más en el pasado de Amaia y en su relación con su madre, también en el presente. Redondo ofrece nuevos datos (algunos realmente sorprendentes) sobre la juventud y de su madre y el momento del nacimiento de esta hija odiada para ir completando el puzle de la trama personal de la trilogía. En este sentido, la autora explica que lo que le interesaba era “indagar en la maldad y la enfermedad mental. A veces la enfermedad mental conduce a la maldad pero otras veces primero está la maldad, una maldad que no se debe a nada más que a la propia maldad, y acaba generando una enfermedad mental. En la novela lo digo: antes todo esto lo veíamos más claro. Antes, la educación religiosa nos ayudaba a identificar los pecados capitales sin ninguna duda. Ahora los asimilamos con delitos y no somos capaces de identificarlos. Lo justificamos pensando que estará loco pero, así, les quitamos peso, hasta el punto de que muchos se van sin pagar el precio, como ocurre muchas veces con los delitos económicos, con la avaricia”.
Escribir esta trilogía y, en especial, esta segunda parte, ha servido a la autora para explorar el miedo y, en concreto, su propio miedo. “He investigado mucho en el miedo como entidad. Todos tenemos nuestros cálculos sobre lo que nos da miedo y cuánto podríamos soportar. Cada uno sabe si podría soportar quedarse en la calle, no tener qué comer, perder a un familiar... Pero cada uno de nosotros tenemos un miedo que sabemos que no podremos soportar: es el miedo que ya sentimos una vez y del que tenemos la certeza de que no podremos sobrevivir a él si vuelve, precisamente por eso, porque lo conocemos. El miedo que probamos una vez es el miedo que más nos atemoriza. El temor a que ese miedo regrese es brutal. Si ese miedo volviese, sabemos que no lo soportaríamos, que acabaría con nuestra cordura”.¿CÓMO VA EL PROYECTO CINEMATOGRÁFICO?
Después de que este verano los responsables de llevar El guardián invisible a la gran pantalla visitasen el valle del Baztán para comprobar si podría servir de marco a la película, era inevitable preguntar a la autora cómo va el proyecto, a lo que Redondo respondió que “está en ese punto en el que no te dejan decir nada. Al final sí se comprobó que se podría rodar en Baztán pero faltan por hacer públicas decisiones importantes que afectan a todo, como por ejemplo, quién la dirigirá. Un director u otro influye en los actores, en las localizaciones e, incluso, en el guión. En cualquier caso lo que puedo avanzar es que, después de la salida al mercado de 'Legado en los huesos', también han adquirido los derechos de esta segunda parte, así que también será llevada al cine”.
La rapidez con la que se han comprado los derechos de esta segunda entrega habla de la acogida de la trilogía. Este encuentro con la autora se llevó a cabo al día siguiente de salir a la venta Legado en los huesos y las cifras de venta, en solo un día, ya eran prometedoras. Pero, por encima de esas cifras, Redondo se queda “con los lectores, que ayer se volcaron en las redes, publicando fotos con sus ejemplares, comentando por qué página iban ya, mostrando colas en algunas librerías de Navarra para comprar el libro... Estaban como locos y eso me llena de felicidad”.
Viendo la respuesta de los lectores, era obvio que una de nuestras curiosidades iba a ser si esa calurosísima acogida ha cambiado en algo el proceso de escritura de la segunda parte, a lo que Redondo respondió que no. “La escritura para mí es evasión, no pienso en nada más cuando escribo, como mucho, que tengo frío (siempre tengo frío cuando escribo). Pero antes y después, claro que sí han cambiado las cosas. Después de la acogida de 'El guardián invisible' sientes que tienes una responsabilidad, quieres satisfacer a todos los lectores y más hoy en día, que uno se piensa tanto el comprar un libro. Buscas algo que les sacie pero que, al mismo tiempo, les deje con hambre”, explicó. Y, sobre todo, dijo sentir una grandísima responsabilidad porque “los lectores de novela negra son muy listos, se fijan muchísimo en los detalles y si te equivocas en algo, como que Amaia deja la gabardina en el asiento de atrás pero luego aparece con ella puesta, te lo dicen. Siento muchísimo respeto por los lectores. Los lectores son los que te hacen autor”.
Del mismo modo, también nos contó que aunque el esqueleto de toda la trilogía está previsto, así como la historia central y los casos policíacos y la documentación está hecha, la obra se ha ido enriqueciendo con lo que diversas personas le han ido contando, después de haber escrito El guardián invisible. Así ha ocurrido, por ejemplo, con la tradición de la teja en la cabeza que se cuenta en Legado en los huesos, tradición que ella desconocía pero que decidió incluir en cuanto la oyó.
Asimismo, también es impredecible lo que ocurre cuando se pone a escribir: “Conozco el hilo conductor pero luego la historia lleva su propio camino. A veces, muta. Es lo que me ocurrió esta vez con el juez Markina. En un principio, no iba a comportarse como se comporta, no iba a tener con Amaia ese tipo de relación, pero según iba escribiendo empezó a hacer cosas que yo no esperaba, a comportarse de forma diferente a como yo había previsto... y me gustó”.
EL FUTURO
“Imagino que terminar la trilogía va a ser devastador para mí”, contesta Dolores Redondo cuando se le pregunta por la tercera parte. “Va a ser terrible, porque hasta ahora nunca he sentido que acababa: terminaba una novela y empezaba la siguiente, no había sensación de fin. Además, la historia está muy viva en mí, no dejo de escribir”, explica. Y aunque no descarta volver a retomar a Amaia Salazar cuando acabe Ofrenda a la tormenta, la entrega final de la trilogía, su idea es sacar una novela diferente cuando acabe, “una novela que lleva mucho tiempo en mí y que ya me pide salir. Así que tendré que ponerle el punto final a 'Ofrenda a la tormenta' y tener preparado ya el folio en blanco para la siguiente y empezar a escribirla inmediatamente, porque si no, no sé qué va a ser de mí”, comenta Redondo.
Por cierto que en la reunión también explicó el porqué de los títulos de la trilogía: “Los títulos hacen referencia a los personajes mitológicos de cada entrega: el guardián invisible es el basajaun; legado en los huesos hace referencia a las profanaciones pero también al ADN, a la carga buena y mala que todos llevamos por ser hijos de quienes somos; y 'Ofrenda a la tormenta' tiene que ver con la diosa Mari, la diosa de la tormenta y de la fecundidad, en todos los aspectos”.El encuentro se alargó más de lo previsto y es que eran muchas las preguntas que había que hacer a Dolores Redondo sobre su trilogía. Una trilogía que engancha, que sorprende y que profundiza en aspectos interesantísimos sobre el ser humano. Una trilogía que estoy deseando terminar y, al mismo tiempo, que continúe para siempre. Por eso fue un auténtico placer conocer tantas curiosidades sobre la obra y su gestación. Pero, para mí, lo más satisfactorio fue ver la felicidad de Dolores ante su nuevo hijo literario, su emoción ante la acogida, su alegría por las primeras señales. Con eso me quedo.
Nos seguimos leyendo.