Revista Cultura y Ocio

Encuentro con marta quintín (el color de la luz)

Publicado el 23 abril 2018 por De Lector A Lector @deLectorALector
ENCUENTRO CON MARTA QUINTÍN (EL COLOR DE LA LUZ)
Hace unos días tuvimos la oportunidad de conocer a Marta Quintín, autora de El color  de la luz, una novela que ya solo con su portada nos tenía encandilados. Además, en esta ocasión, habíamos podido leer parte o la totalidad del libro por lo que las preguntas eran muchas.
La primera y más obligada era cuánto hay de verdad en El color de la luz y vino a raíz del origen que tuvo la novela según nos contó Marta.
Marta tiene tan solo 28 años pero en 2012 ya se encontraba trabajando en Nueva York para la agencia EFE. Fue allí, como una becaria más, cuando la mandaron a cubrir las famosas subastas a las que allí están tan acostumbrados pero que aquí en cambio nos llaman tanto la atención. En esa subasta se pujó por el cuadro de El grito de Edvard Munch, la única de las cuatro versiones que quedaba en manos privadas, y se batió un nuevo récord ya que fue comprada por casi 120 millones de dólares. Esto le dio a Marta la idea de esta novela que comienza precisamente así: con la compra de un cuadro en una subasta por una cantidad de dinero desorbitada. La autora pensó que pasaría si la persona que lo está comprando tiene algún interés en el cuadro más allá de la inversión o de la especulación, qué pasaría si esa persona tuviera razones personales para quererse hacer con el cuadro o si, incluso, ese cuadro hubiera suyo y solo quisiera recuperarlo. A partir de aquí todo lo que leeremos en El color de la luz es pura ficción, incluido el famoso pintor en la novela Martín Pendragón.
ENCUENTRO CON MARTA QUINTÍN (EL COLOR DE LA LUZ)Marta Quintín ha elegido con esta obra pasearse por todo el siglo XX y eso le ha dado la posibilidad de retratar un montón de momento históricos reseñables: el París de los años XX, la guerra civil, la guerra mundial, la riqueza artística de todo el siglo e incluso el expolio nazi de las obras de arte.
La autora también nos contó que escribir la novela le ha llevado un año aunque la historia empezó a forjarse en su cabeza en Nueva York en aquel momento. Tenía claro como iba a empezar y como quería que acabara, incluso tenía claros los sitios por los que quería pasar pero el resto del tiempo se ha dejado llevar por los personajes. También ha habido un gran trabajo de edición. En la primera versión de la novela la periodista (a la que es encargada escribir la historia de Blanca Luz y en consecuencia del pintor Martín Pendragón) tenía mucho menos peso pero en posteriores versiones fue ganando más ya que con ella podríamos encontrar un contrapunto muy divertido con Blanca Luz. Las conversaciones entre Blanca Luz y la propia periodista todos coincidíamos en que son un punto de frescura entre los capítulos en los que nos adentramos en el pasado del pintor. Además, el personaje de la periodista le ha valido para aportar un poco de humor a la novela.
En cuanto al proceso de escritura nos contó que ella lo que hace es escribir primero las escenas que quiere que aparezcan y después va escribiendo los trozos que las hilan entre ellas. Así, lo que más le ha costado ha sido precisamente escribir esos nexos de unión.
También nos contó que la época de la que más ha disfrutado en la novela ha sido el París de los años 20. Ella estudió historia del arte y le ha gustado poder introducir ciertas anécdotas reales a la par que enlazar personajes reales con ficticios en la novela. De hecho su pintor favorito es Chassar y, ya que no podían coincidir en Le Rouge por rigor histórico en la novela, sí ha podido introducirle mediante una anécdota que se cuenta de él cuando vivía allí aprovechando con ella el poder mostrar la precariedad con la que se vivía en Le Rouge.
Marta Quintín nos confesó que la joven periodista se parece a ella en haber vivido tantas cosas a través de los libros, en el ansia de contar, la capacidad de ironizar y reírte de ti mismo aunque la protagonista está llevada al extremo.
Finalmente, la autora nos dedicó los ejemplares.
Desde aquí queremos dar las gracias a Marta Quintín y a la editorial por facilitarnos este tipo de encuentros.

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