Sin hacer ruido alguno, cierro los ojos y me dejo llevar por tu voz.
Los amargos recuerdos duelen un poco menos, cuando recuerdo
Que estás a mi lado, aunque no pueda tocarte.
En cada uno de mis pensamientos, de alguna forma,
Tú y tu dulce recuerdo hacen acto de presencia.
No trato de escapar, ¿qué caso tendría hacerlo?
No quiero alejarme del gentil abrazo que sacó a mi alma
De la más sofocante oscuridad.
¿Qué me importa si los demás me dicen tonta?
Es mejor aferrarse a una ilusión,
Que dejarse llevar de golpe por la tristeza.
Además sé, que sin que los otros lo noten,
Tú también me llevas en tus pensamientos.
En cada gesto tuyo, va implícita una oración,
Pidiéndole al viento que nos permita estar juntos
Hasta que llegue el final de los tiempos.
Lo sé, porque he oído tu dulce plegaria entre mis sueños.
¿Acaso tú has escuchado mi voz entre los tuyos?
¿Soy visitante frecuente de tus ensoñaciones?
Cada milímetro de mi ser se aferra a que así es.
Lo veo a cada instante en tu discreta mirada,
Y en esas gentiles palabras que tienen el gran poder
De disolver mi lógica por completo en un instante.
Ni las más afiladas navajas tienen éxito
Al tratar de romper con furia salvaje
Un lazo que ha sido bendito por la perfecta luz
Que brota desde más allá de las nubes.
A mitad de la noche, cuando la luz ya se ha desvanecido,
Levanto sin temor mis manos hacia el límpio cielo,
Sabiendo que, aunque nuestros cuerpos estén a kilómetros,
Nuestras almas se encuentran entrelazadas bajo las estrellas.
¿Qué podría salir mal en este punto de la vida?
El destino sabe que tú y yo fuimos hechos para estar juntos.
Nada ni nadie podrá evitar lo que se ha escrito en el cielo…
¿Lo sabes, amor mío?