En el post anterior hablábamos de los métodos de adiestramiento para dormir. Todos sabemos a cuáles nos referimos. La realidad es que no se inventaron ayer. El creador fue el Dr. Benjamin Spock y posteriormente han surgido copias, versiones para todos los gustos, pero todas ellas iguales en esencia. Solo en nuestro país podemos encontrar:
- El método Valman (1981)
- El método Ferber (1985)
- El método Estivill (1995)
Como podéis ver aquí todos se copian y todos están basados en el método del Dr. Spock. Se puede estar o no de acuerdo con este método pero primero hay que estar correctamente informado de qué es y qué efectos produce. Vamos a describir, según contó Rosa Jové, qué sucede en el cerebro de un bebé de corta edad cuando se le aplica este método:
Cuando se produce una situación estresante en un bebé, como pueda ser llorar porque pide ser consolado y atendido, y no obtiene respuesta, se da una subida de cortisol y adrenalina. Estas sustancias van directamente a una parte del cerebro llamada amígdala (centro de las emociones), la cual queda colapsada. Esto repercute directamente en otra área cerebral, el área de Broca (encargada del lenguaje) que queda anestesiada.
Hay que mencionar que el cortisol es tóxico a nivel neuronal, pero nuestro cuerpo es sabio y para que ello no suceda aparecen las endorfinas para poder solucionar todo este tinglado. Las endorfinas son un opiáceo, sobre todo la serotonina. Al segregarla el cerebro el niño cae rendido y finalmente, quiera o no quiera, duerme. El cerebro de esa pobre criatura se defiende y actúa para sobrevivir, pero esto no es aprendizaje. O bueno sí, este patrón de conducta y alteración fisiológica se repite hasta que el niño aprende que nadie vendrá a atender su llanto.
Podríamos pensar que una vez que el bebé "ha aprendido" los niveles de cortisol se reducirán. No es así, el cortisol no se reduce . De hecho es fácil encontrar a estos niños a edades de 3 ó 4 años que para dormir necesitan altos niveles de adrenalina. Es decir, niños que justo antes de dormir tienen que ejercitarse mucho, están excitados, no quieren dormir, son muy inquietos.....
Dejar llorar a los niños es una práctica que puede tener consecuencias futuras, en su vida adulta. Se ha relacionado con casos de ansiedad, depresión e incluso consumo de drogas.
El propio Eduard Punset, en su libro El viaje al amor habla sobre este tema. La cita exacta podéis encontrarla en el libro de Rosa Jové La crianza feliz (páginas 213-214):
¿Es mejor dejar llorar a un niño por la noche un buen rato o, por el contrario, lo correcto es precipitarse para acunarlo con vistas a interrumpir el estrés del miedo a la separación?.
La mayoría de las respuestas a esas preguntas pueden rastrearse en dos descubrimientos básicos de la neurociencia moderna. En primer lugar, el cerebro de un niño no está dotado todavía para afrontar por sí solo la consecución del equilibrio y el bienestar. En segundo lugar, las resonancias magnéticas de cerebros infantiles sometidos a periodos prolongados de estrés revelan una disminución del volumen del hipocampo, que aumenta su vulnerabilidad a la depresión, la ansiedad y el consumo de droga o alcohol en su etapa adulta
Podéis sacar vuestras propias conclusiones.
Por último, Rosa Jové habló de las rabietas, un tema temido y odiado al mismo tiempo por padres y madres. Una rabieta no es otra cosa que una confrontación entre los deseos del niño y los deseos de los padres. La diferencia es que el niño no puede expresar su punto de vista, y su frustación aumenta conforme se da cuenta que no puede expresar lo que siente, o quiere. Consejos básicos para poder superar una rabieta, siempre y cuando el niñ@ ya hable y comprenda:
- Comprensión.
- Educación.
- Elección.
Parece muy fácil, pero no lo es, y aquí añado mi opinión personal. Aunque yo, como madre de un niño que ha pasado por una durísima etapa de rabietas os diré que funciona, fue lo único que funcionó.
Debemos hacer entender a nuestro hij@ que comprendemos su frustación, su llanto, su ira. Para a continuación explicarle que ese no es el camino, que podemos hacer las cosas de otro modo. Proponedle las alternativas, explicadle cómo puede actuar, y entonces dejadle elegir. Esto fue lo que Rosa contó y yo solo pude asentir con la cabeza, porque fue lo único que funcionó y con lo que sobrevivimos a aquellos terribles dos.
Para concluir con la extensa y fantástica charla de Rosa Jové, conste que me dejo muchas cosas pero es imposible resumirlo todo, un apunte, debemos darnos cuenta que nosotros somos el modelo de nuestros hijos. Lo que nosotros hagamos, lo harán ellos, como nosotros seamos, así serán ellos. Deberíamos todos mirarnos primero, ver qué hacemos, cómo hablamos, cómo nos comportamos e intentar mejorar en aquello que no nos guste, pues nuestros hijos se reflejarán en nosotros, sus padres.
En el próximo post, Conciliación Real Ya, Mª Paz García Sola y la Dra. Vidales.