Vivimos en la sociedad de la información. Y esto implica, entre otras muchas cosas, que nunca ha sido más sencillo acceder al conocimiento, a noticias acerca del mundo que nos rodea. Internet, pese a la abundancia de fake news y contenido malicioso, puede saciar de inmediato nuestra sed de noticias sobre hechos del pasado y del presente, incluyendo las últimas novedades en materias de todos los ámbitos de la ciencia. Con facilidad olvidamos lo que tenía que ser para un ciudadano culto del siglo XVIII acceder a nuevas fuentes de conocimiento. A pesar de la invención de la imprenta, un libro seguía siendo un bien de lujo por aquella época, lo que hace que la hazaña de los enciclopedistas, que trabajaron en un ambiente hostil, con un Estado represor respecto a todo aquello que estuviera en contra de los dogmas del cristianismo, sea más sorprendente si cabe.
Porque el proyecto en el que se embarcaron Diderot y sus compañeros suponía nada menos que recopilar todo el conocimiento de la época, documentarlo en tomos que irían publicándose por orden alfabético y esperar que la censura de la época no secuestrara los ejemplares o mandara a prisión a sus responsables. Además, también hay que tener presente la inversión económica que conllevaba un proyecto de estas caracterísiticas: era posible que una prohibición hiciera mella en los inversores y en los numerosos colaboradores (entre ellos la gran mayoría de las imprentas de París) que estaban implicados en el mismo:
"La Francia de mediados del siglo XVIII no era un buen lugar para librepensadores y personas de espíritu crítico, y la Encyclopédie pretendía ser un monumento a ambos. Sus redactores y editores más importantes eran ateos (un hecho que ni siquiera podían sugerir en sus escritos, so pena de pagar con sus vidas), reformadores sociales y económicos, y críticos de la monarquía absoluta (aunque apenas había algún republicano en sus filas y sólo uno tuvo un papel activo en la Revolución). Muchos de ellos provenían de familias modestas, la mayoría eran plebeyos, algunos protestantes y otros autores de panfletos ilegales que se vendían bajo mano en los establecimientos públicos o en las esquinas de callejones oscuros por parte de vendedores ambulantes furtivos. Los enciclopedistas, como se llamaría a quienes componían la flexible red de los que colaboraban en el gran proyecto, eran los más temidos en Versalles y los que tenían más probabilidades de ir a dar con sus huesos en la Bastilla."
Afortunadamente, la gran aceptación que iba teniendo cada uno de los volúmenes entre los suscriptores de la obra, unido a la mayor tolerancia social que iban logrando poco a poco las nuevas ideas ilustradas, lograron que la Enciclopedia se convirtiera en un éxito editorial de la época. Un éxito en el que estuvieron implicados buena parte de los grandes pensadores franceses de la época: Diderot, Rousseau, d´Alembert, Holbach oVoltaire (este último desde la distancia de su exilio), que lograron la hazaña de publicar una obra que contenía más de setenta mil artículos, muchos de ellos teñidos de crítica al status quo existente en la época. Con Encyclopédie, Blom consigue una narración absorbente, una auténtica crónica del ambiente que se vivía en tiempos ilustrados en la capital de Francia, recorriendo no solo las frecuentes crisis a las que se enfrentó el proyecto, sino también los tipos humanos que se vieron implicados en el mismo y hasta la atmósfera que se respiraba en las calles de París.