A nadie le sorprende ya la idea de que vivimos en tiempos en los que el trabajo se ha vuelto cada vez más duro. Donde los profesionales están expuestos a un entorno con una mayor competencia y unos niveles crecientes de presión. Sus responsabilidades son cada vez mayores y para cumplirlas necesitan hacer más viajes, dedicar más tiempo y cultivar más sus interacciones con clientes, proveedores y colaboradores.
Para lidiar con todo ello necesitamos altas dosis de energía, así como rodearnos de personas que traigan energía al trabajo. Por ello, la energía personal es un valor que cotiza al alza. La encontramos en dos perfiles: los entusiastas y los estimuladores. Los primeros son personas que traen energía y entusiasmo a su posición y a su tarea. Por su parte, los estimuladores crean energía a su alrededor y la contagian a los demás generando las condiciones para que se diviertan, disfruten y traigan su propia energía al trabajo.
Procure inyectar energía en su organización, no se trata de empujar ni estresar a su equipo sino de rodearse de personas que la traen y la comparten con los demás. Si nadie lo hace alguien recurrirá a una alternativa que funcione a corto plazo (lo habitual es utilizar el miedo o la presión) pero que, a largo plazo, dejará graves secuelas sobre las personas y sobre la cultura de la empresa.
La organizaciones cada vez reciben mejor a los excitadores. Ellos traen entusiasmo y energía al trabajo no sólo para sí mismos, sino también para los demás. Sólo ellos pueden inyectar la actitud que su equipo necesita para afrontar estos tiempos que corren.
NOTAS
La habilidad de traer y compartir energía en el trabajo es uno de los comportamientos que Philip Hodgson y Randall White identifican como facilitadores en tiempos de incertidumbre. Si está interesado en estos comportamientos puede consultar su obra Relax, it´s only uncertainty. Está publicada por Prentice Hall.