Revista Opinión

Energía libre: Energía del futuro

Publicado el 14 febrero 2020 por Carlosgu82

La energía constituye, hoy en día, uno de los recursos primordiales en los que se sustenta la humanidad para desarrollarse. Por desgracia este preciado indicador es el principal causante de las desigualdades en el mundo, pues no todos tienen acceso a ella. Las principales formas para obtenerla varían desde la explotación del petróleo, gas natural y carbón, hasta energías alternativas como la fotovoltaica, hidráulica, geotérmica, entre otras. Las más factibles para su desarrollo y comercialización son las que se originan a través de los combustibles fósiles, aunque son las más dañinas para el medio ambiente y se están agotando rápidamente. Las energías alternativas o no renovables son costosas, por lo que adquirir un parque solar o una hidroeléctrica sería un intento insipiente de producir energía en comparación con las grandes termonucleares y termoeléctricas. A pesar de ser poco utilizadas, constituyen, hasta el momento la mejor vía para solucionar los problemas ambientales y colocarse en el primer puesto cuando desaparezcan definitivamente los combustibles.

El desarrollo de la ciencia y la técnica ha propiciado el descubrimiento de nuevas fuentes de energía, entre ellas la energía libre, capaz de producirse en cualquier lugar del mundo, pues es considerada la energía base en la que se ha apoyado el universo para crearse. Es una energía infinita con grandes posibilidades de transformar radicalmente la forma en la que vivimos. Muchos científicos han tratado de elaborar mecanismos para extraerla del entorno y algunos han conseguido avances en sus investigaciones. Utilizarla implicaría que desapareciera la dependencia que existe por los combustibles fósiles, su comercialización y consecuencias para el entorno. Abriríamos el camino hacia un equilibrio energético a nivel mundial, donde todos podrían tener acceso a la energía y con ella realizar actividades más complejas.

Sencillamente estas razones serían suficientes para eliminar los grandes monopolios comerciales de petróleo, carbón y gas, en los cuales hay invertidos más de doscientos millones de dólares y los dueños de dichas compañías no querrán perder su fortuna, convirtiéndose en el enemigo número uno de la energía libre, alargando su aparición, la cual se espera, no sea para cuando la contaminación ambiental entre en un punto de no retorno.

La energía libre se ha catalogado como una energía de nuevo tipo. Se considera limpia y capaz de cambiar todo a su alrededor. Constituye un flujo energético que rodea a la materia, como los átomos, el sistema solar y las galaxias. Básicamente todo lo que existe en la naturaleza está rodeado de esta energía, estableciendo un modelo único en el que se apoya la naturaleza para crear.

En 1921 el físico Albert Einstein ganó el premio Nobel en Física tras descubrir que cuando se desprende energía en el universo aparecen pequeños paquetes compuestos por un material envolvente. Fueron llamados cuántos o fotones y su aplicación más importante es la de propiciar el fenómeno conocido como efecto fotoeléctrico, pero el rasgo más importante a destacar de estos fotones es que siguen estrictamente un modelo estructural sin importar su tamaño.

Cuando hablamos de modelo estructural nos referimos al Toroide. Un cuerpo geométrico en el cual fluye dicha energía.

Uno de ellos fue el serbio Nikola Tesla, quien descubrió la energía radiante y la energía libre asociada a los campos magnéticos.

Fue un inventor, ingeniero mecánico e ingeniero eléctrico. Se le conoce sobre todo por sus numerosas invenciones en el campo del electromagnetismo, desarrolladas a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Las patentes de Tesla y su trabajo teórico ayudaron a forjar las bases de los sistemas modernos para el uso de la energía eléctrica por corriente alterna, incluyendo el sistema polifásico de distribución eléctrica y el motor de corriente alterna, que contribuyeron al surgimiento de la Segunda Revolución Industrial.


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