Ilustraciones: Laura Vázquez
Año: 2019
Editorial: Cerbero
Género: Novela corta (terror)
Leo vive sola en una casa en la sierra y apenas tiene contacto con nadie. Un día, al bajar a la ciudad para una revisión rutinaria en el hospital, descubre que no queda nadie, todos han desaparecido sin dejar rastro. Leo se embarca en un viaje por La Mancha a bordo de su Renault Laguna para descubrir dónde se ha metido todo el mundo. Esta es la última novela de Enerio Dima, publicada por la editorial Cerbero.
La última superviviente
Las historias donde una persona descubre que es el último ser humano del planeta no son algo desconocido, desde que en 1954 se publicara Soy leyenda, de Richard Matheson. ¿Qué nos aporta esta obra que la hace tan original y diferente a otras? Pues que el personaje principal es una mujer mayor.
La casuta había estado bien para huir de un mundo que la agobiaba con sus prisas y que solo reservaba la pena para mujeres como ella, solterona y con cáncer. Ya no quedaba nadie que sintiera lástima por su cuerpo mutilado, solo silencio y un misterio que resolver
Leo no es la típica protagonista que solemos ver en la literatura de género y eso significa que nos da una perspectiva a la que no estamos acostumbrados. Vivimos esta aventura a través de una mujer que no es una heroína de acción, sino una señora que ha vivido mucho, se toma las cosas con calma y mantiene en todo momento la paciencia y el pragmatismo. Leo, además, ha pasado un cáncer y, aunque no llegó a ir al médico para averiguarlo, teme que la enfermedad haya vuelto y que le quede poco de vida, lo que le añade mérito a sus esfuerzos por recorrer La Mancha en coche en busca de respuestas.
La soledad
No tenía a nadie acompañándola en el banco, nadie en los aledaños, ni bebiendo de la fuente ni paseando al perro por el parque. Ni un niño en los columpios, moto en la calzada o viejo comiendo churros en la terraza de los bares. Si alguna vez alguien había estado sola, con toda la amplitud que el concepto podía recoger, era ella en ese preciso instante.
Incluso antes de que todos desaparecieran, Leo estaba sola. Una mujer sin marido ni hijos, que quedó como responsable de cuidar a su madre y después de su muerte se fue a vivir a la sierra. Desde muy pronto vemos que Leo es una mujer bastante desencantada con la vida y con la gente, su única conexión con el resto del mundo es una hermana con la que no tiene una relación especialmente buena. Por eso lo primero que piensa al descubrir la desaparición de todos los habitantes de la ciudad es que nada tiene que cambiar para ella, que puede volver a la sierra y continuar con su vida. Pero Leo coge el coche y se embarca en la búsqueda de otros seres humanos.
Conforme la historia avanza y conocemos mejor a Leo, aprendemos que su aislamiento se debe al sentimiento de incomprensión y a la necesidad de huir de un entorno que le hacía sentir mal. La perspectiva de haberse quedado sola en el mundo la obliga a reflexionar sobre su situación.
En La última mujer de la Mancha se vuelve una y otra vez al tema de la soledad. Leo tiene que enfrentarse a la soledad más absoluta cuando desaparecen todos los demás y ese pensamiento se hace insoportable, por eso llena el silencio de su cabeza con voces de los que no están, al principio la de su madre y más tarde la de su hermana.
Este libro nos habla de que al final, a pesar de lo malo, nos necesitamos unos a otros y realmente nada quiere morir solo, que la mejor forma de dejar un legado y darle un objetivo a nuestra existencia son las relaciones con los demás, que no tienen por qué ser relaciones románticas ni con la familia.
Road trip en La Mancha
A veces parece que algunos géneros solo pueden existir en Estados Unidos, porque es a lo que nos hemos acostumbrado, por eso cuando pensamos en zombis, abducciones e historias apocalípticas, lo normal es imaginarse un pequeño pueblecito estándar de Norteamérica o una enorme metrópolis con rascacielos. Si ya parece difícil encontrar literatura de género, especialmente algunos subgéneros, ambientada en España, es incluso más raro verla en la España rural.
El ambiente manchego impregna toda la novela: lo encontramos en el habla de la protagonista, en la gastronomía y, por supuesto, en las descripciones del entorno. Enerio Dima es una manchega orgullosa que nunca ha dejado de decir que adora su tierra y en este libro lo demuestra.
Seguramente si conociera mejor La Mancha habría disfrutado más de los escenarios donde se desarrolla la historia, pero no me ha hecho falta para gozar de leer una historia llena de referentes españoles donde la protagonista se pirra por las latas de berberechos, en los supermercados hay merchandising de la selección española y en la televisión sintonizan canales autonómicos. Desde luego, lo que sí que he gozado es leer una obra a la que no le da vergüenza ambientar el género en Albacete.
Hay hueco para la esperanza
Lo más destacable de la obra quizás sea la entereza y el optimismo con el que se guía la protagonista. A pesar de que en las primeras páginas Leo parece una mujer seria y bastante amargada, conforme leía me fue sorprendiendo la determinación y la seguridad con la que persiste en medio de una situación terrible. Incluso cuando empieza a darse cuenta de que si continúa avanzando se expone a un gran peligro, Leo no abandona la esperanza, la solidaridad, la empatía ni el deseo de intentar luchar por mantener lo que queda. Este deseo cabezota de mantener la esperanza mientras todo se derrumba me ha recordado a otra novela de Enerio, , que también hemos reseñado en la web.
Posiblemente La última mujer de La Mancha no gustará a quien espere una novela de aventuras llena de acción. Aunque en la obra hay algunas escenas muy intensas, la mayor parte tiene un ritmo lento y pausado. Hasta muy avanzada la historia, lo que llena las páginas son los pensamientos de Leo y las actividades que realiza en su recorrido en búsqueda de los manchegos desaparecidos, como buscar comida o un lugar donde dormir. Ni siquiera hay casi diálogos: cuando Leo no habla con los fantasmas imaginarios de su madre o su hermana, está hablando sola. Eso sí, la obra no se me hizo nada aburrida, gracias a un estilo ligero y a que desde el primer capítulo consigue mantener el misterio y las ganas de averiguar qué encontrará Leo en su viaje.