Revista Opinión
Frente al mundo, frente a la vida, frente al hombre hay, fundamentalmente, dos maneras de comportarse, una, meterse plenamente dentro de ellos, hacerse uno de ellos, hacerse ellos, vivir con ellos y morir con ellos, elegir definitivamente entre la promiscuidad o el elitismo, aunque yo, ahora, cuando escribo esto, dudo sobre si somos nosotros los que realmente elegimos o es la propia, la jodida, la terrible, la puñetera vida la que nos elige.
Pero hoy nos toca hablar un poco de deporte y cine. Decía el jodido Stendhal que escribir no era más que pasar un espejo a lo largo de ese camino que es la vida, o algo más o menos así.
Y yo creo que el artista lo que realmente trata siempre de hacer es escribir, contar, narrar una historia más o menos humana.
Y será tanto mejor en su oficio cuando lo realice con la mayor economía de medios. Creo yo.
O sea que no se trata de epatar al burgués con los más sofisticados medios que se hayan inventado nunca sino de narrar la historia de la mejor manera para que llegue a los otros.
Coño, aquí está, la jodida palabra, los otros. ¿Existen realmente los otros?
Para mí, sí, existen tanto y de tal manera que he consagrado toda mi vida a ellos.
La lengua madre, el puñetero latín, dice de ellos que son los "alteri" y que todo lo que se refiere a ellos es "alienum", ajeno, coño, ajeno.
Así las cosas, cuando uno quiere decir que además de unos tipos determinados hay otros que no lo son tanto dice o escribe “et alteri” y cuando trata de expresar que algo se le escapa más o menos definitivamente dice que aquello le es ajeno. Surgen así los conceptos de alteridad y ajenidad que no son idénticos aunque lo parezcan. Alteridad es simplemente la constatación de que hay otras personas en el mundo además de nosotros, ajenidad es considerarlas no sólo distintas sino tal vez incluso enemigas.
Bueno, pues todo este rollo es porque el jodido Adrián Massanet, ha venido el tío y me ha reprochado que sea aficionado al fútbol en lugar de al tenis.
No me había yo planteado este aspecto de la personalidad de Adrián.
Sólo me había preocupado de sus tendencias artísticas, sobre todo cinematográficas, en ningún caso de las deportivas. Pero si lo hubiera hecho tampoco habría acertado porque yo hubiera apostado por el golf en lugar del tenis.
Si algo es el puñetero Adrián es un elitista. Y un elitista es todo aquel que pertenece a una élite y una jodida élite es un circulo cerrado y exclusivo de personas que, por alguna circunstancia, están fuera del mundo corriente.
O sea que el puñetero Adrián es todo lo contrario de lo que soy yo.
Y, entonces, dirán ustedes ¿por qué parecen tan buenos amigos?
Y yo podría responder con esa ley creo que de la Física que dice que polos del mismo signo se repelen y de signo contrario se atraen fuertemente.
Para que ustedes se hagan una idea: Adrián tiene por lo menos un blog; yo, tengo dos; él no deja a nadie entrar en su blog a comentar para que no se lo manchen o estropeen, a mí me parecen pocos todos los que entran en los míos; Adrián es anarquista, dice, yo soy comunista.
Entonces ¿de qué coño pueden hablar 2 tipos tan diferentes?
¿De cine? No, hace 10 o 12 años que a mí el cine ya no me interesa.
De Literatura, temo que no tengamos muchos gustos comunes. De Filosofía, un anarquista y un comunista es imposible que se pongan de acuerdo en qué es lo que se debe de hacer políticamente, puesto que uno querrá poner bombas para acabar con todo, menos con él, y el otro, será tan ingenuo e idealista que quiera hacer un mundo nuevo, en el que todos, absolutamente todos, incluso los genios sean iguales, porque la genialidad no es sino una cualidad humana más como la de darle mejor que nadie a una pelota de tenis.
A mí nunca se me ocurriría buscar una élite para meterme dentro de ella porque una vez allí no sabría absolutamente qué hacer, en cuanto al golf no he visto ni un solo partido ¿o se dice partida? en mi vida y no sólo porque me aburra sino porque me parece insoportablemente elitista.
Y Adrián protestará : "que yo no he mencionado al golf para nada" y será verdad, pero sí que ha mencionado el tenis.
Y durante los últimos 30 años de mi vida he pasado 20 jugando al tenis todos los días, hasta que las piernas me fallaron y lo dejé, desde entonces no he vuelto a ir a un club de tenis para nada porque es casi tan elitista, supongo, porque nunca fui a ninguno de ellos, como uno de golf. Aborrezco este último deporte porque el golfista es incapaz incluso de llevar él mismo su raqueta, quiero decir sus palos de golf, tiene para ello a un esclavo que creo que llaman "caddie". La cólera de Dios creo que juega al golf.
Siento una profunda vergüenza de haber jugado al tenis, un deporte que precisa de pistas especiales, de palas o raquetas espacialísimas, que no puede jugarse de ninguna manera en plena calle, creo que no me hubiera atrevido nunca a jugar al golf, que no hubiera podido nunca pensar impunemente que con esas 40 o 50 mil pesetas, que cuestan los jodidos palos, una familia media podía vivir un mes.
Pero yo soy un zarrapastroso proletario que no se atreve a gastarse más de 10 euros diarios en comer. Porque me acuerdo de aquella empingorotada dama que me criticó tan duramente que llevara a mi mujer a aquel hospital de Alicante al que sólo pueden ir los millonarios, siendo como parecía que yo era uno de esos asquerosos rojos, lo que me impulsó a escribir la aporía del comunista.
No tolero a ese ídolo nacional que se llama Rafa Nadal, es más, lo detesto. Me parece tan hipócrita como el mismo Florentino Pérez. Rechazo hasta en lo más profundo de mi corazón su madridismo militante. Estoy seguro de que él también no sólo es elitista sino esencialmente unicista, como el propio Mourinho. Toda su familia es del Barça, incluso uno de sus tíos jugó en dicho equipo con carácter profesional. Pero él, Rafa, tenía que distinguirse esencialmente de todos los suyos y ¿qué otra distinción mayor había que la de hacerse madridista? Él tenía que ser único, como la propia España, y representar todos los atributos de la raza.....
Bueno, ya está bien, tal vez haya ido demasiado lejos al defender el fútbol como un deporte proletario que yo comencé a jugar en plena calle con pelotas de trapo o de papel.
Un deporte tan popular que Franco y sus secuaces no dudaron ni un momento en hacer suyo. Algo tendrá el agua cuando la bendicen, algo tendrá el fútbol cuando todo el mundo trata de apoderarse de él y es por eso que algunos marxistas parecemos contradecir aquella vieja teoría que se oponía ciegamente al viejo neronismo del "panem et circenses", porque lo consideraban uno de los opios del pueblo, pero pan y circo siempre habrá y allí también tendremos que ir los viejos, los anticuados marxistas, a plantear la consiguiente batalla porque allí estarán siendo infectados, manipulados, alienados, tal vez los mejores de todos nosotros, los que buscamos algo inmaterial para entregarle lo poco que nos queda ya de altruista en el alma.