Estaba colgada de una esquina de su pizarra, sujeta con una pinza y mostrando claramente su mensaje: "20 enfadada estoi". Sí, claro, así escrito, como escriben los dulces adolescentes de mis aulas, pero con la diferencia de que Niña Pequeña tiene seis años y ha empezado hace poco a dominar el arte del lápiz...
Niña Pequeña está muy enfadada. Mucho. En una cantidad de 20, y además es capaz de retratarse para que quede más constancia de su ceño fruncido, su mirada inquisidora y el rictus claro de su boca. Está muy enfadada, aunque Él y yo no sabemos por qué, aunque lo sospechamos: porque hay que recoger, porque no se puede jugar a la pelota en el pasillo, porque hay que tomar zumo en la merienda, porque hay que... Y hasta aquí hemos llegado, o ha llegado Niña Pequeña, claro, que harta de aguantar límites en su corta vida, lo expone públicamente, como grito gráfico, que siempre tiene más peso que una rabieta, evidentemente. En gélida protesta que sigue la estela de los carteles más feroces de la Europa del siglo pasado...