Revista Salud y Bienestar

Enfermedad crónica e indefensión aprendida: Cuando creemos saber que nada está en nuestras manos

Por Esther García Schmah @GarciaSchmah
Para algunas personas la enfermedad crónica puede ser como una cárcel; es indiscutible que hay enfermedades (y  discapacidades) que se asemejan bastante, incluso sería más aproximado decir que son como una  estrecha celda. No obstante, si estás en una cárcel siempre existe la posibilidad de intentar huir o de que tu captor se apiade y te conceda la deseada libertad; y esos sencillos pensamientos pueden ser la clave para (sobre)vivir allí dentro, porque son los que te hacen levantarte cada mañana buscando esa brecha por donde tal vez romper el muro o esa palabra amable que consiga que te abran la oxidada cerradura o que al menos te permita disfrutar momentos agradables entre esas cuatro paredes.Pero ¿qué ocurriría si te convencieses de que hagas lo que hagas, intentes lo que intentes, no lograrás nada porque nada depende de ti? ¿Seguirías buscando cada mañana la forma de escapar de esa cárcel? Si tu respuesta es "no, para qué" ¡Cuidado! Podrías caer en lo que en psicología se denomina indefensión aprendida.

Enfermedad crónica e indefensión aprendida: Cuando creemos saber que nada está en nuestras manos

Aunque estés en una jaula nunca dejes de soñar con la libertad

Hablamos de indefensión aprendida cuando la experiencia vivida lleva a "aprender" que no se tiene ningún control sobre lo que sucede. La persona se siente completamente indefensa ante la situación que le desagrada, pues está convencida de que haga lo que haga no podrá evitarla, debido a que en el pasado no logró una solución satisfactoria pese a sus esfuerzos.  Esta indefensión, este sentimiento de impotencia, provoca una gran ansiedad por miedo a que vuelva a repetirse la situación. También generara actitudes de apatía (para qué voy a actuar si no sirve de nada) y puede desencadenar una depresión.Leer entrada completa

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