En facultades de medicina se enseña que del 50 al 70% de enfermedades observables son de tipo psicosomático.
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Hace algunos años tuvo gran auge la expresión “enfermedad psicosomática”, que trataba de designar aquellas enfermedades que, sin ser enfermedades propias del tejido nervioso, afectaban a órganos y sistemas diferentes, a causa de un desarreglo neuronal. Quedaba mucho mejor decir “tú tienes una enfermedad psicosomática” que decir “todo lo que tienes son nervios o imaginaciones tuyas”.
En las facultades de medicina se enseña que del 50 al 70 por ciento de las enfermedades observables son de tipo psicosomático.
De hecho, si aceptamos la unidad del cuerpo humano, deberemos concluir que todas las enfermedades (exceptuando los accidentes o las debidas causas ajenas al propio organismo) son de tipo psicosomático en mayor o menor grado.
“No hay enfermedades, sino enfermos”, afirmó Hipócrates, y aunque es innegable que existen entidades como el asma, la úlcera gástrica o la histeria, cada una de ellas presenta expresiones diferentes en uno y otro enfermo.
En medicina se emplea mucho el término “efecto placebo”. Se denomina efecto placebo al efecto positivo que, aparentemente, no ejerce ningún efecto sobre el organismo; éste efecto está relacionado con la disposición mental del paciente hacia el tratamiento.
El Departamento de Farmacología de la Universidad Autónoma de Barcelona realizó un experimento interesante: dio a los enfermos ingresados unas cápsulas que no contenían ningún fármaco; momentos después, pasó una enfermera avisando a los enfermos de que se habían equivocado de medicación y que las capsulas les podrían ocasionar vómitos; al cabo de un rato, la mayoría de los enfermos tuvieron náuseas y vómitos.
Este experimento, como ejemplo extremo, demuestra la capacidad de autosugestión y autodominio de que es capaz el ser humano. La confianza en la curación y el deseo de que ésta se realice, así como la familiaridad y amistad con el médico, son la mejor medicación que se pueda tomar.
La buena disposición mental no sólo influye en la curación, sino también en la prevención de las enfermedades. Una máxima naturista importantísima dice: “Las enfermedades no se cogen, las construimos con nuestra forma de comer, actuar, pensar y vivir”. Si llevamos en nuestro interior la angustia, el odio, el rencor y el resentimiento, no podremos construir un cuerpo sano.
La máxima cristiana de “ama al prójimo como a ti mismo”, se puede aceptar incluso desde un punto de vista egoísta, pues el amor en nuestro interior fomenta la propia salud.
Según los datos antes mencionados, podemos afirmar que del 50 al 70 por ciento (como mínimo) de todos los padecimientos, pueden ser influenciados benéficamente por una actitud mental armónica y positiva.