Por lógica, tener dos enfermedades es peor que padecer solo un. Una incluso puede predisponerte a sufrir otra, pero, ¿y si una de ellas te protegiera de la otra? Seguirías padeciendo los males de una de ellas, pero al menos sabrías qué patología nunca la acompañaría. Esto, que puede parecer incoherente, es una realidad. No solo puede ser una curiosidad, sino que conocer estos casos puede ser de vital importancia.
En 1796, el médico inglés Edward Jenner observó que las lecheras que habían sufrido la viruela vacuna quedaban inmunizadas frente a la viruela común que entonces asolaba Europa. Para comprobar si los indicios eran ciertos, inoculó a un niño de 8 años con viruela vacuna. Cuando se curó 48 días después, le inoculó la viruela humana, no mostrando signos ni síntomas para esta. Así se desarrolló la primera vacuna.
Trastornos eritrocitarios y malaria
Anemia falciforme
En 1948, J.B. Haldane propuso que la malaria era una fuerza evolutiva al seleccionar para genes resistentes a la malaria, mejorando la supervivencia de los portadores de talasemia mayor y menor proporcionándoles la llamada ventaja heterocigótica. Otras alteraciones eritrocitarias, en especial la anemia falciforme pero también la enfermedad de la hemoglobina C o F, la deficiencia de fosfato deshidrogenasa, la ovalocitosis y la eliptocitosis, proporcionan una ventaja de supervivencia entre los heterocigotos.
Muchos estudios han validado sus conjeturas mostrando la mayor frecuencia de estos trastornos en las regiones tropicales con una alta incidencia de malaria comparado con las tierras adyacentes libres de mosquitos, mostrando una reducción de la morbilidad y mortalidad (más del 50%) y disminuyendo el número de parásitos circulantes (un 80%). El mecanismo de resistencia puede consistir en una menor replicación de parásitos dentro del eritrocito o una mejor eliminación esplénica, es decir, del bazo, de los eritrocitos parasitados.
Fibrosis quística, tuberculosis pulmonar y diarrea secretora
Fibrosis quística
La fibrosis quística es la enfermedad genética más común entre los noreuropeos. La tuberculosis fue una de las principales causas de muerte en el mundo occidental hasta bien entrado el siglo XX. Se ha observado que en los pueblos europeos el gen de fibrosis quística se ha acumulado mucho más que entre los indios americanos, asiáticos y afroamericanos, siendo estos más susceptibles a la tuberculosis.
La tuberculosis pulmonar es muy poco común entre pacientes con fibrosis quística, aunque estén malnutridos y tengan una enfermedad pulmonar previa e incluso en ocasiones reciban tratamientos de esteroides. Meindl postuló que la mayor producción de mucopolisacáridos en pacientes con fibrosis quística podía ayudar a rodear el foco pulmonar tuberculoso, inhibiendo el exudado y evitando su extensión al tejido pulmonar adyacente.
Por otra parte, la causa de que los pacientes con fibrosis quística y portadores sean menos susceptibles a la diarrea secretora grave (causada por el Vibrio cholarae, Escherichia coli, rotavirus, etc) se debe a un defecto en el regulador de conductancia transmembrana de la fibrosis quística (CFTR). Esta mutación inhibe el transporte de los iones de cloro en los tejidos que transportan fluidos, como las células intestinales o las glándulas sudoríparas, lo que conserva los iones de cloro y minimiza la pérdida de fluidos intestinales durante la diarrea secretora.
Plaga bubónica y mutación CCRΔ 32
La danza de la muerte de Michael Wolgemut
Una mutación de 32 pares de bases del gen del receptor de quimiocina en las células hematopoyéticas (la mutación CCRΔ32) proporciona resistencia al VIH porque el CCR es el correceptor para las cepas monocitotróficas de VIH y, sin un correceptor normal, no sucede la unión del virus. Esta mutación ocurrió hace 700 años en las poblaciones de las zonas afectadas por la devastadora epidemia bubónica del siglo XIV, proporcionando una importante contribución a la patogénesis y futuro tratamiento del VIH.
Agammaglobulinemia ligada al cromosoma X y Virus de Epstein-Barr
Ciclo de infección del VEB en un sujeto sano (Wikipedia)
A diferencia de hasta el 10% de pacientes con otras inmunodeficiencias primarias, los pacientes con agammaglobulinemia ligada al cromosoma X (XLA) no desarrollarán linfomas asociados al virus Epstein-Barr (VEB). ni siquiera desarrollarán infecciones del virus porque carecen de linfocitos B y, por lo tanto, de CD21, el receptor del virus. Los pacientes con XLA no tienen un genoma circulante de VEB, no pueden tener linfocitos B transformados por el VEB, ni linfocitos T citotóxicos específicos para el VEB, ni anticuerpos de la mucosa para el VEB. Sin embargo, son más susceptibles a otros herpesvirus como el herpesvirus humano 6, varicela-zóster, herpes simple y citomegalovirus. Otras inmunodeficiencias con ausencia de linfocitos B pueden mostrar la misma resistencia al VEB. En la linfoproliferación inducida por el VEB tras el trasplante, la erradicación de los linfocitos B con inmunosupresores o el anticuerpo monoclonal anti-linfocitos B rituximab puede controlar la enfermedad.
Parvovirus humano B19 y Plasmodium vivax
Trozofoíto de P.vivax.
La deficiencia de receptores, sin enfermedad clínica, proporciona una protección completa proporciona protección a dos infecciones: Parvovirus y P.vivax. El Parvovirus B19 causa un exantema pediátrico común, conocida "cachetada en la mejilla" (eritema infeccioso) o "quinta enfermedad" (es la quinta de las seis enfermedades eruptivas en la niñez) , y, menos comúnmente, artritis, hidropesía fetal o anemia arregenerativa. El receptor del Parvovirus B19 está en el antigeno P del glóbulo rojo, un glucolípido de la membrana eritrocítica. Aquellos que carecen del antígeno P (fenotipo pp), un grupo sanguíneo muy poco común (1 por cada 200000) poseen resistencia natural a la infección del B19.
Desde la década de 1930 se ha percibido que la mayoría de afroamericanos negros y africanos occidentales negros son resistentes a la malaria causada por P. vivax, pero no a la malaria causada por otras especies. Esto se debe a que los determinantes sanguíneos Fva y Fvb del grupo sanguíneo Duffy son receptores del P.vivax, y la mayoría de ellos (70-90%) son Duffy negativos (Es decir, FvFv). Este fenotipo es muy poco común en otros grupos raciales. Los Duffy negativos son susceptibles a la malaria causada por el P. falciparum. Como las hemoglobinopatías, estos polimorfismos genéticos pueden proporcionar una ventaja de supervivencia selectiva en las zonas de malaria.
Sarampión y nefrosis
Se ha observado la remisión de la nefrosis inmediatamente tras la infección de sarampión. La duración de esta remisión es variable, desde meses a años. Los estudios indican que podría deberse a un estado temporal de inmunosupresión. Otros herpesvirus, como el citomegalovirus, se asocian con una inmunosupresión transitoria. La inmunosupresión se puede comprobar en la respuesta disminuida en la prueba con tuberculina, aunque la sarampión puede reactivar la tuberculosis.
Lepra y psoriasis
Los casos donde se suceden simultáneamente son muy poco frecuentes. Los mecanismos postulados incluyen la disminución de neuropéptidos cutáneos, la inhibición de la inflamación neurogénica, las respuestas inmunes cutáneas disminuidas y factores genéticos compartidos.
VIH-2 y VIH-1
El VIH-2 es una forma más leve del VIH que es endémico de países de África occidental, como Senegal y Gambia. VIH-2 comparte la mitad del genoma con el VIH-1 así como rutas similares de transmisión. El VIH-2 puede proporcionar cierta protección al VIH-1 o enlentecer su progresión, ya sea por la presencia de anticuerpos neutralizadores o linfocitos T citotóxicos, menor regulación del correceptor CCR o altos niveles de quimiocinas. Sin embargo, su débil protección y morbilidad lo excluyen como opción terapéutica.
Hepatitis G y VIH-1
El virus GB tipo C (GBV-C), una cepa variante de la hepatitis G relacionada con la hepatitis C proporciona una protección significante contra el VIH-1. Descubierto en 1995 en pacientes con hepatitis G, es adquirida por la transmisión sexual, transfusión sanguínea o a través de una madre infectada. De forma similar a la hepatitis C, la infección por GBV-C es común en individuos con VIH (hasta el 20%) y usuarios de drogas intravenosas (hasta el 40%). A diferencia de la hepatitis C, no causa hepatitis ni otra enfermedad identificada de momento. En este aspecto, es similar al Torque teno virus, otra infección vírica crónica que no tiene manifestaciones clínicas.
Los pacientes infectados con VIH y GBV-C presentan una enfermedad menos grave y mayor supervivencia. Este efecto protector disminuye cuando la viremia desaparece, excluyéndolo como candidato a una vacuna. El mecanismo de protección puede implicar la modulación de la expresión de correceptores, una citotoxicidad mejorada o la activación de la inmunidad innata. Los distintos genotipos de GBV-C pueden tener distintos efectos en la replicación de VIH, según el tejido y el trofismo celular.
Fuente
- E. Richard Stiehm Disease Versus Disease: How One Disease May Ameliorate Another Pediatrics Jan 2006, 117 (1) 184-191; DOI: 10.1542/peds.2004-2773