Revista Libros
A las tres de la mañana desperté, agitado, confundido. Intentando encontrar en la oscuridad una imagen que me devolviera la noción del tiempo y la tranquilidad a mi memoria. La pesadilla será un enigma para los míos, porque narrarla me da terror, pero su sabor se reflejará por siempre en mi mirada, en mis pasos, en mis silencios.
Comprendí que incluso las verdades mienten, y la realidad juega con ficciones para sentirse viva. Que las mentiras inhalan verdades y las ficciones exhalan realidades. No existen los absolutos, hoy creemos conocer y mañana lo conocido se burlará de las convicciones que decidimos. Y seremos víctimas siempre, aunque nos alcemos como victimarios.
Entendí que la muerte es la expresión más exacta de destino, que la vida es transitar, de nada nos sirve la negación frente a la muerte, porque un día perderemos la batalla si decidimos luchar. No nos queda más que aliarnos a la muerte, caminando con consciencia, pretendiéndonos uno con el tiempo, para montar sobre él y así aspirar la trascendencia.
Sentí temor… Pero mi pesadilla será un enigma.