En cualquier caso, en las
comparaciones internacionales de corrupción España sale mal comparada con unos
pocos países democráticos occidentales, pero bien en relación al conjunto del
planeta, y en situación relativamente mala en comparativa europea, según los cuadros
que publiqué hace días, procedentes de la Comisión Europea y de World Values Research.
Mi impresión es que la corrupción
que sale y se descubre ahora es la producida fundamentalmente en los años
gloriosos del España va bien, cuando
se incuba la burbuja inmobiliaria y de crédito, construcción pública y
promociones inmobiliarias fueron un caldo de cultivo apropiado para las mafias,
máxime con la descentralización urbanística existente en España que concede
inmenso poder a garrulos y mafiosos de cualquier pueblo y Comunidad Autónoma;
la corrupción actual tiene que ver también con la privatización total de las
empresas públicas que genera una estructura gerencial empresarial de allegados
a los amigos del Gobierno.
Por supuesto tiene que ver con el
poco poder decisorio de los afiliados, simpatizantes y votantes, de partidos y
sindicatos, grupos que dominados por clanes y cúspides que se eternizan en los
cargos, no permiten remociones, debates e intervenciones decisorias distintas a
las oficiales, bloquean posibilidades de cambios, impiden o dificultan la posibilidad
de elección y decisión. Las cúspides de partidos controlan demasiadas
instituciones a través del nombramiento de representantes. Nos acercamos
velozmente a Italia en cuanto a estar interpenetrados los partidos por redes clientelares,
porque una vez conocido el poder de los partidos, las mafias tenderán a
controlar, comprarán de mil maneras a esas personas con capacidad de decisión
sobre presupuestos de miles de millones de euros.
Y todavía no han salido muchas otras corrupciones, por ejemplo, en el tema drogas en instituciones de seguridad, militares, o en Iglesias, ONG’s, etc. etc. tal como acostumbramos a ver en muchos países del mundo.
