
Después de una primera parte correcta, el Sevilla casi tira la final a la basura entre el minuto 40 y el 45. El Benfica, llevado a hombros por su gente, coleccionó tres oportunidades relativamente claras. Dos remates de Maxi Pereira y Gaitán que salvó Beto, algo titubeante, y un rescate al límite de Fazio cuando Gaitán, al ritmo de quien jugaban los encarnados, se quedaba solo. Ni el argentino, imperial, ni tampoco Luisao sobre Bacca, parecieron cometer penalti. El Sevilla terminó empatado a cero la primera parte pero alguna inestabilidad física y con Emery preocupado por algunas grietas que empezaba a detectar y que afloraron nada más reanudarse el partido con un error infantil de Alberto Moreno que el Benfica castigó con un contragolpe de libro. Pareja, veterano, salvador y providencial, evitó dos veces el gol encarnado. ¿Tal vez el último grito de Guttmann? Por supuesto que no.
El partido viró otra vez como una balanza y apareció Reyes, ay Reyes, que tuvo el gol después de una jugada majestuosa de Rakitic. Tuvo la gloria pero lanzó fuera en unos minutos grandes del Sevilla. Vitolo también se acercó al gol. Fueron momentos emotivos de final, con el sevillismo entregado pero una peligrosa sensación de gol partita. La ley de las finales. Apareció (¿) entonces Marin en el partido pero quien salvó al Sevilla, esta vez sí, fue Beto, que hizo un paradón a Lima. Irremediablemente y con el Sevilla asfixiado como Bacca y acalambrado como Mbia (Gameiro, tocado, sólo calentaba), la final se fue a la prórroga. Jorge Jesus, valiente, aprovechó la lesión de Siqueira para poner a Cardozo. Emery, valiente y con una personalidad desbordante, se dio la vuelta y quitó a Marin sólo 26 minutos después de aparecer en el campo. Salió Gameiro con un aparatoso vendaje.
Y entonces llegó la carrera de Bacca, heroica, en el minuto 111, después de un pase señorial de Rakitic. Lanzó el balón hacia delante, echó el resto y confió en el exterior de su bota derecha. El balón dijo que no. También a Gameiro. El partido terminó con Bacca, Fazio y Carriço acalambrados. Y en los penaltis. Con esos penaltis inevitables. Y entonces se fue Cardozo para el punto de penalti y recordamos inevitablemente a Casillas parándole en Sudáfrica.Cambió el lado pero Beto, tocado por las manos de los fisios y de los hados, ya se había pedido el papel de protagonista. Cayó Guttmann encima, también falló Rodrigo. Y entonces el Sevilla volvió a tocar la gloria. Ivan Rakitic el futbolista fichado en un hotel anónimo de Villarreal, levantó la Copa y sonó el himno del Centenario. El Sevilla ha vuelto.