Revista Viajes

Enoturismo en Burdeos, catando mitos y otros caldos

Por Enodestino
Ya hace un tiempo que regresamos de nuestro viaje a Burdeos anual con motivo de la gran cata que se celebra durante Le Week End des Grands Crus. Esta vez, fuimos varios los intrépidos catadores de Barbastro que nos lanzamos a la aventura de catar, visitar y disfrutar a tope de la ciudad.Por diversos motivos, no podíamos hacer noche, y lo que teníamos claro es que íbamos a ir, aunque fuera en el día. Este año, Enodestino ha sido partenaire del evento, y no nos lo queríamos perder.Varios de los componentes del grupo RedondoenBoca Somontano, nos lanzamos a la aventura. Salida a las 5 de la mañana, con tortilla de patata, pollo empanado, jamón serrano y embutidos diversos, varias botellas de buen vino del Somontano y muchas ganas de disfrutar y descubrir lo que estaba por venir.Todo pintaba bien, una bruma densa tras pasar los Pirineos que fue desapareciendo según nos íbamos acercando a Pau, donde decidimos parar para desayunar y preparar los cuerpos para no llegar a la cata con el estómago vacío. Como las áreas de descanso de carretera daban mucha sensación de frío por la niebla, decidimos para por la ciudad, y ya allí, justo en la terraza del “Mc Dowel” que está en una de las salidas, desplegamos todo nuestro arsenal de viandas al más puro estilo de las películas de los 70. Una tortilla de 10 huevos salió de su envoltorio, risas y una botella de tinto rico, rico... más risas, un poco de frío mañanero y muchas ganas de ganarle a la carretera el largo trecho que todavía nos quedaba hacia la ciudad del vino.A eso de las 10.00 entrábamos por la gran Burdeos, imperial, alucinante, dejando a la derecha el puente de Jean Pierre, y continuando hasta el hangar donde nos esperaban algunos de los mejores vinos del mundo elaborados con Cabernet Sauvignon, Merlot, Cabernet Franc, Semillon...Durante la cata todo sobre la marcha, recogimos el libro de notas donde decidimos ir puntuando los vinos en una escala de uno a cinco, una copa Riedel y empezamos por catando por la “orilla izquierda”, St Estephe, Pauillac, Margaux... Cabernets con mucha notoriedad de piracinas (pimiento verde), que tan refrescantes los hace, Chateau Pichon Longueville Comtesse de Lalande 2004, Chateau Beychevelle 2003, Chateau Desmirail 1999, grandes vinos sin duda, que nos dieron la entrada. Tras catar todos los vinos de la orilla izquierda de los que teníamos referencias, excepto Graves, catamos una tanda de Sauternes, para quitarnos el concieto, y salimos a la terraza para disfrutar de magníficos bocadillos estilo francés, foie con pan de higos y pasas, queso con pan de pipas y no se que, y eso si, unos vinos de lujo acompañando.El día iba transcurriendo, llegó la hora de Pomerol y Saint Emilion, “orilla derecha”, que emoción, como me gusta la merlot, no puedo explicarme como el listo de la película “Entre Copas” suelta la frase "…no pienso catar ningún puto Merlot…." , hipócrita! Resulta que más tarde durante el transcurso del film habla de que su joya guardada es un Cheval Blanc de no se que año, ¿y me quieres decir con que variedad está elaborado ese vino? Con MERLOT listo!!En fin sigo, fue la locura, los pelos de punta de principio a fin y pocas sorpresas, Chateau Canon 2004 estaba tremendo, Chateau Canon Lagaffeliere 2005 de traca, Chateau Clinet 2008 y Chateau Clos Fourtet 2009 en su línea… Ya estaba preparado para catar Chateau Angelus, lo había dejado para el final, llegamos a la mesa, y justo delante de mi le rellenan la copa a Oscar, cuando pongo mi copa, en un francés muy correcto, me dicen que no queda más, que han terminado todo lo que habían traído!! Casi me da algo, pero no ves mi cara, llevo un año esperando para catar Ch. Angelus!! No hubo nada que hacer, lance un par de quejas con razón, ya que el año pasado tampoco lo pude catar y al menos nos invitaron a visitar la bodega, que se le va hacer, esto no hace más que alimentar el mito de este vino en mi envinado cerebro, tengo que trabajar más para algún día poder comprar una botella.La zona Graves para finalizar con los tintos, muy bien Chateau Malartic Lagraviere, uno de los mejores de la mañana, y como novedad varios blancos secos de la misma zona que nos dejaron con la boca abierta, de la añada 2009, resultaban densos, frescos y frutales, una verdadera maravilla.Ya estábamos a punto de terminar la cata, y para esta parte nos dejamos la segunda tanda de Sauternes, ya sabéis esos vinos dulzones y amielados que vuelven loco al más cuerdo! Fue la guinda del pastel, y entre ellos pudimos disfrutar el que para mi fue el mejor vino de la cata, Chateau Fargues 2003. No se como describir semejante maravilla, fue una experiencia alucinante, simplemente glorioso y sumamente placentero.Como ya habíamos catado en torno a 60 maravillas de uva decidimos con tristeza dejar de catar, hacernos unas fotos y salir a visitar Saint Emilion y merendar en el jardín de Chateau Petrus, pero de eso ya no os cuento más, tendréis que imaginarlo!

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