Enredados (Tangled, EU, 2010), largometraje animado número 50 de la casa Disney y dirigido a cuatro manos por el debutante Nathan Greno y Byron Howard (responsable de Bolt, un Perro fuera de Serie/2008), no pasará a la historia como una de las grandes películas salidas de la fábrica fílmica del tío Walt pero tampoco es una vergüenza para la extensa tradición disneyana.
De hecho, la cinta es un cuidadoso y muy calculado regreso a la última época de oro de la Casa Disney, la iniciada con La Sirenita (Clements y Musker, 1989) y que duraría durante buena parte de los 90, hasta que la Casa Pixar de John Lasseter, con Woody, Buzz y compañía, llegaron a cambiar la historia del cine animado como arte y como industria.
Esta libérrima adaptación del Rapunzel de los hermanos Grimm escrita por Dan Fogelman cumple con todos los requisitos de las películas disneyanas noventeras: una princesa prisionera que no sabe que es princesa (voz en inglés de Mandy Moore y en español de Danna Paola), un carismático ladrón llamado Flynn en lugar del príncipe encantado de rigor (voz de Zachari Levi en inglés y de Chayanne en español) y una maléfica bruja (Donna Murphy en inglés, Irasema Terrazas en español) que mantiene secuestrada a nuestra heroína, pues su larga cabellera dorada la mantiene eternamente joven.
Las canciones del multioscareado especialista Alan Menken se dejan escuchar aunque no es extraño que las dos mejores piezas de todo el filme no tengan nada que ver con los blandísimos protagonistas: “Mother Knows Best”, entonado por la malvada Gothel para explicarle a Rapunzel por qué debe permanecer en la torre y no salir al mundanal mundo –dijera Tintán-; y “I’ve Got a Dream”, cantado a múltiples voces en una taberna llena de feroces delincuentes que, faltaba más, resulta que pueden montar tan buen show como en Broadway.
Por lo demás, la cinta avanza sin sobresaltos pero también sin novedades, con todo y el par de animalitos simpaticones que no pueden faltar: Pascal, la impertérrita mascota-camaleón de Rapunzel; y Maximus, un hawksiano cuaco policía que va tras el ladrón Fynn con una fiereza y determinación dignas del Tommy Lee Jones de El Fugitivo (Davis, 1993). He ahí, en cuatro patas, al auténtico héroe de esta tan agradable como olvidable cinta disneyana.