
Foto: cursos.com
No tengo cuenta en facebook, ni en twitter, ni en tuenti ni en ninguna otra red social. ‘Comparto’ lo que me da la gana, con quien me da la gana y cuando me da la gana a través de medios tan obsoletos como el cara a cara. Mis compañeros me dicen que estoy loca, que si no entro en el sistema me quedaré al margen, seré una apestada, nadie me querrá en su empresa y encima me perderé todo lo que ellos comparten, que por lo visto es interesantísimo y esencial para mi formación profesional y personal.
Estuve tentada, lo reconozco, pero tras ‘entrar’ a través de la cuenta de un amigo en una de estas redes durante un par de días, me dí cuenta de que el 99% de lo que allí se compartía me importaba una mierda y el 1% restante podía encontrarlo en mi búsqueda diaria por internet. Además observé una consecuencia peor, perdía muchísimo tiempo, un tiempo que podía dedicar a encontrar, por mi misma, los contenidos que realmente me interesaban y no los que los demás querían que me interesasen.
Lo que terminó de decidirme a no ‘hacerme amiga’ de nadie ni ‘seguidora’ de otros fue ver a algunos de mis colegas tecleando compulsivamente en sus teléfonos móviles en cualquier momento y en cualquier lugar para opinar o leer lo que decían individuos que estaban bastante más lejos que los que tenían alrededor.
¿Soy un bicho raro?, ¿una idiota que no es consciente de que, o entro en el nuevo sistema social o me corto las venas?, ¿una visionaria que observará en un tiempo cómo esos adictos a las redes sociales se saturan de información no buscada o entran en tratamiento para superar su adicción? A estas alturas lo único que pido es que dejen de darme lecciones sobre lo equivocado de mi decisión. Estoy jartita.
Advertisement