Revista Comunicación

Enredando

Publicado el 29 octubre 2010 por Barracuda Comespam @comespam
Enredando
Getty Images Facebook es el gran negocio de unos pocos: concentra a millones de usuarios de los cuales recopila información y después ofrece su plataforma a terceros.
Una investigación realizada por The Wall Street Journal, ha concluido que desde aplicaciones residentes en Facebook se transmite información de usuarios a terceras empresas desarrolladoras de aplicaciones publicadas en la red social más conocida del mundo.
¿Y qué hay de nuevo en ello? Sería noticia que Facebook anunciara su voluntad de no repetir estas situaciones; sería noticia ofrecer mecanismos para que, de forma sencilla y efectiva, todo aquel con interés en desaparecer de internet pudiera conseguirlo de forma fácil y rápida; sería noticia escuchar la incorporación de herramientas facilitadoras del borrado de información pasada, o incluso, sería noticia una declaración donde Facebook mostrase un objetivo claro y definido, con fecha de ejecución, para dejar de recoger datos de sus usuarios o para dejar de ceder información, sin autorización previa, a terceros.
Mientras esto no sea así, pienso que no es noticia, o no es una noticia relevante anunciar que desde Facebook se transmite información de las cuentas de usuarios a aplicaciones de terceros publicadas en esta red social. No por ello resta méritos a la brillante investigación realizada.
El perfil tiene un precio
La información es poder y cuanta más información, mayor será el poder, económico sí, pero no único. ¿Qué cuesta a los usuarios de las redes sociales que entiendan y comprendan que cuanta más información hagan pública, ya sea de su persona, aficiones, lugares visitados o círculo de relaciones y fotografías, mayor poder van adquiriendo las redes sociales gratuitamente?
¿Qué le cuesta al usuario comprender que cuanto mayor es el volumen de información incluído en esta y otras (pero hoy nos ocupa esta) redes sociales, cuantos más detalles conozcan de distintos perfiles de usuarios, mayor será el precio que se obtendrá por estos datos?
Las redes sociales han nacido como un gran negocio haciendo creer al público que nacían con el objetivo de hacer un bien social. Y todos lo creemos, algunos menos que otros.
Las redes sociales –dicen (y suena bien)– acercan a las personas con o sin afinidades, permiten compartir, unir, narrar, explicar, ver y revivir de forma virtual con detalle experiencias únicas o colectivas. Sí, es cierto, pero en el fondo, fondo, Facebook es el gran negocio de unos pocos: concentra a millones de usuarios de los cuales recopila información y después ofrece su plataforma a terceros desarrolladores de aplicaciones que son reproducidas desde sus páginas. Estos contenidos son suficientemente atractivos para que miles de usuarios accedan y compartan más ratos de ocio (ya sean juegos en línea, música, vídeos, etc.), traspasen información entre la red social y las aplicaciones de sus socios de negocio (siempre son terceras empresas…) sin que el usuario pueda percibirlo, sin control y sin reconocimiento previo. Provocado el percance, casualmente siempre es tratado como parte de un error informático. Es prácticamente imposible controlar la transmisión de información a terceros y a priori, no es fácil detectarlo como usuario.
¿Qué obtienen a cambio las redes sociales? Elevadas compensaciones económicas, publicidad, contenidos, trafico, clics… La tecnología avanza a pasos agigantados de forma que un día recibes un correo de una empresa desconocida que te anuncia la posibilidad de contratación de un portal de música o juegos en línea y en muchos casos nadie se para a pensar si esa era una preferencia del perfil de Facebook o si fue debido a una conexión voluntaria.
Un gran negocio piramidal
Cada cierto tiempo los propietarios –accionistas de las plataformas de redes sociales– filtran notas de prensa informando de cuánto ricos son desde su inicio, cuánto dinero han ganado y cuántos ingresos tienen previsto ganar a corto plazo. Es una espiral que a menudo recuerda a un negocio piramidal: a mayor generación de interés, mayor captación de usuarios, mayor cantidad de datos y mayor poder en sus manos. O lo que es lo mismo, mayores ingresos económicos.
Los propietarios de redes sociales se presentan como emprendedores, dicen ser importantes y cuanto más se repite en todos los medios, crece el número de conexiones, altas de usuarios o tráfico de red; las compensaciones económicas que reciben son incalculables, exorbitantes, casi infinitas. Siempre asociadas al número de usuarios enganchados a su red. Usuarios con limitaciones para controlar qué ocurre, de verdad, con sus datos. Nadie asegura que la información será borrada, eliminada y destruida. No interesa.
La existencia de terceros que recogen datos de usuarios pertenecientes a redes sociales no es una novedad, probarlo técnicamente supone un gran trabajo, conseguido únicamente mediante las herramientas adecuadas para el análisis previo.
No es cuestión de ir a contracorriente, pero tampoco dejarse arrastrar llena de satisfacción. Existen otras formulas más seguras de compartir información entre amigos que no sea perteneciendo a una red social.
¿Cuántos serán los usuarios que decidan no ser enredados? Una red es un conjunto de hilos tejidos que sirve para pescar peces una vez se han enganchado, nunca mejor definición.
Articulo publicado en La Vanguardia: http://www.lavanguardia.es/lv24h/20101022/54058240387.html

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