Posiblemente en esta
historia haya más leyenda que verdad. Y que los detractores de Enrique IV y su
descendencia hayan cargado las tintas en un asunto que les beneficiaba
ampliamente, al lograr finalmente situar en el trono de Castilla a la hermana
del rey y no a su hija.
Para deslegitimar a la
sucesora de Enrique, a Juana, sacaron a la luz que ésta no era hija del rey
sino del favorito Beltrán de la Cueva, por lo que la moza era más conocida por
el sobrenombre de “la Beltraneja”.
El caso es que al final,
Isabel fue la que consiguió el trono, para muchos de una forma poco ortodoxa.
Hasta aquí la historia
o, si se prefiere, la leyenda.
Luego, la literatura se
encargará de “fabricar” historias basadas en este asunto. Y la televisión también.
“En busca del unicornio” da cuenta de ello.
En
esta novela de Juan Eslava Galán, ambientada en el siglo XV, nos encontramos
con una expedición al mando de Juan de Olid quien viaja al continente africano
y pasa mil aventuras y penalidades para capturar al mítico animal, con el fin
de triturar su cuerno y con el polvo resultante remediar los males sexuales del
rey Enrique IV el impotente, rey de Castilla, pues se creía que el cuerno del
unicornio era un elixir mágico y poderoso para aumentar la virilidad de los que
no pueden mantener una erección, algo así como la pastilla de viagra de aquellos tiempos. Era una expedición necesaria, patriótica y
secreta, pues era imprescindible que el rey tuviera herederos para perpetuar su
línea dinástica.
Al
unicornio habían de cazarlo con una virgen, “con una doncella intacta que no
haya conocido varón”. Sólo así, el animal se volvería dócil como una oveja y
podrían capturarlo. De esta forma, en la expedición al continente africano se
incorpora una doncella de noble linaje de la ciudad de Cuenca, un señuelo para
amansar al fabuloso animal.
Claro
que en África lo más parecido que encuentran a un dócil unicornio es un
rinoceronte que no está dispuesto a dejarse domesticar. Tampoco la doncella que
llevan es incólume a los avatares del viaje y no llega tan virgen al encuentro
con el mítico animal, con lo cual el resultado ya no fue el mismo.
Vamos,
que la expedición fue un desastre.
Y no
digo más por si alguien lee la novela.
Luego,
la historia real ya se encargó de contarnos quién heredó de Enrique IV la
corona de Castilla: su hermana Isabel.
Eslava
Galán es un maestro en el arte de documentarse y de ponerse en la piel de
gentes de otras épocas. Uno de los pasajes más meritorios de la novela, a mi
entender, es cuando describe un animal nada conocido por tierras europeas:
“Tiene en todo la forma y hechura de un venado y
cuatro patas y el color pardo y la cabeza chica y apuntada. Mas las patas las
tiene luengas como tres veces las del venado y el pescuezo lo tiene luengo como
dos hombres puestos uno encima del otro. Y con este pescuezo alcanza a comer
los brotes tiernos y frutos de arriba de los árboles.”
En Busca
del unicornio,
Juan Eslava Galán. Planeta. Barcelona, 1987.