Revista Opinión
Ante el maremoto levantado por el marxismo, que lo estaba arrasando todo, y que la había puesto realmente contra las cuerdas, esa canallesca “sociedad libre” inventada por Popper, urdió una trama gigantesca para defenderse y, como lo tiene todo, puesto que tiene el dinero, la trama parece que le ha salido perfecta. Ha impuesto como el más sagrado de los dogmas que el liberalismo económico no es que sea la mejor doctrina, es que es la única, de tal manera que cuando un economista realmente honesto e independiente, caso de los Krugsman y Stiglizt, ambos premios Nobel, escribe lo que piensa y esto contradice su superdogma hacen todo lo posible por taparlo, porque un manto de insuperable silencio y oscuridad caiga sobre ellos, de modo que su voz no es que clame en el desierto, es que no clama por ningún lado, porque no le conviene al sistema. ¿Cómo es posible esto? Muy fácilmente porque para publicar un periódico, lanzar al aire una emisora de radio o de televisión hacen falta miles de millones de cualquier moneda y eso sólo lo tienen ellos. Ergo.... Yo creo realmente que es una batalla perdida porque, dominando la prensas y propagando mediante esos millones de Goebbels de bolsillo que proliferan como los hongos, ¿qué se puede hacer efectivamente contra ellos? Nada que no sea esto que yo ahora estoy haciendo, escribir un post en un blog que ayer, por ejemplo, apenas si tuvo medio centenar de visitas. ¿Adonde vamos con esto frente a los varios millones de telespectadores con los que cuenta cualquier cadena de tv? Es una inmensa conspiración de silencio, infinita tal vez sería mejor, ante la que lo que nosotros hacemos representa lo que una gota de agua en el océano o un grano de arena en la playa. Y, sin embargo, yo seguiré escribiendo estos posts mientras tenga fuerza para teclear, porque, si no para otra cosa, sirve para desahogar esa terrible y desoladora sensación de impotencia que normalmente tengo. Cioran, con su “Ensayo sobre el pensamiento reaccionario”, fue un auténtico profeta, vio el futuro con tanta claridad que no tuvo más remedio que escribir sus “Silogismos de la amargura”, de modo que yo sólo soy uno de sus millones de epígonos que se consuela pensando que cuando él escribió todo esto tal vez estaba aún más desesperado, aún más amargado que yo. Pero, volviendo a lo mío, mi ensayo iba sobre el pensamiento rudimentario: Esa inmensa canalla que nos aplasta con sus claveteadas botas fascistas, como lo domina todo porque posee todo el dinero del mundo, incluso esas monedillas a las que nosotros tenemos acceso mediante años y años del más duro de los trabajos, mediante la inflación y otros inicuos mecanismo como ése que acaba de utilizar en Chipre de grabar los depósitos bancarios, para asegurar su dominio para todos los siempres emponzoña con sus venenosas doctrinas las mentes de todos los que tienen la desventura de nacer y desde que lo hacen hasta que se licencian en cualquier universidad sufren el continuo machaqueo de una serie de doctrinas absolutamente alienantes que los harán para siempre los más sumisos de los esclavos, prohibiéndoles, negándoles, impidiéndoles la posibilidad de pensar por sí mismos más allá de aquellos rudimentarios elementos que les permitan sobrevivir y servir. Es por eso que yo he titulado este trabajo “ensayo sobre el pensamiento rudimentario” porque lo que a nosotros nos permiten no es realmente pensar sino rumiar esas 4 o 5 pésimas ideas que nos han grabado a fuego en nuestros paupérrimos cerebros de manera que a mi, por ejemplo, me ha costado 84 años desprenderme de la idea de que no podía siquiera pensar en contra de lo que me ordenaba la Santa Madre Iglesia, por Dios, pues, bien, todavía es mucho peor aún la serie de cortapisas que me han impuesto en otros muchos frentes más onerosos aún. De manera que no soy, no lo seré nunca, una persona completamente adulta porque soy perfectamente incapaz de superar los límites que ELLOS le han impuesto a este jodido y rudimentario pensamiento mío y esto es tan triste que no acabo de entender todavía cómo no me he suicidado.