Revista Opinión

Enseñanzas grabadas en la piedra

Publicado el 20 noviembre 2017 por Habitalia

Past Master Resp\ y Merit\ Log\ José Hilario López No. 20

Or\ de Bogotá

QQ\ HH\ todos.

Como se recordará; los MMas.·. OOper.·. de la edad media transmitían sus enseñanzas a través de signos grabados en los bloques de piedra con que realizaban sus construcciones.

Con ellos; daban cuenta de su especialidad como albañiles y, ante todo; dejaban huella de sus conocimientos; creencias y expectativas acerca de una particular cosmogonía que buscaba ir más allá de lo expuesto por filosofías y religiones al uso. O, si se quiere, constituían un compendio ecléctico del diálogo creador entre unas y otras.

Nada como la piedra para perpetuar lo que se consideraba digno de memoria y generador de tradición. Pero, ¿qué decir de sociedades como las indoamericanas que, como lo expresara un reconocido intelectual nuestro, por no usar la piedra; fueron constructoras de "viviendas con belleza y fragilidad de nido"? y; ¿qué decir de nosotros sus descendientes; condenados a una perpetua epidemia de olvido; cuando no de negación de la vida y obra de nuestros antecesores?

Pues bien; esta plancha tiene por objeto recoger algunos de esos símbolos de fraternidad masónica desperdigados en un ámbito de haceres y decires que unen a nuestros pueblos paraguayo y colombiano en una misma esfera espiritual; y que se manifiestan como evidencias de que la Mas.·. Universal sí hace presencia y trasforma los entornos y la vida que en ellos se realiza.

UNA CONSTITUCIÓN Y UN CAMPO DE BATALLA

ENSEÑANZAS GRABADAS EN LA PIEDRA

Ahora que, en nuestros países, se ha entronizado la costumbre de reformar las constituciones con el fin de que una élite pueda perpetuarse -"de manera democrática"- en el poder, conviene recordar lo ocurrido en nuestro país hace exactamente 150 años: un sólido equipo de librepensadores; estructuró la que sería la Constitución más liberal y garantista de las que habían existido en este lado del mundo. Incluso, es fama que el V.·. H.·. Víctor Hugo dijo de ella que era "una Constitución para ángeles"; no se sabe si por el prodigio de derechos y libertades que exponía o por el idealismo político que la animaba.

Para la aprobación de esta Constitución de 1863 fueron necesarias las luces de insignes HH.·. que nos antecedieron en estos mismos Templos y Talleres. Nos referimos a personalidades del talante de José Hilario López, Tomás Cipriano de Mosquera, Manuel Ancízar, Salvador Camacho Roldán, Aquileo Parra, Felipe Zapata y Eustorgio Salgar; entre muchísimos otros.

Gracias a ellos, fue posible que las libertades ganadas con el esfuerzo mundial se promulgaran para la totalidad de colombianos y que se estableciera un régimen político de corte federal en el que se hacían evidentes.

ENSEÑANZAS GRABADAS EN LA PIEDRA

La abolición de la esclavitud, la separación tajante y sana entre los asuntos de la iglesia y del estado, el reconocimiento y la defensa de los derechos individuales, la no reelección del presidente, la libertad de conciencia, de expresión, de imprenta; de asociación, etc., etc. Es decir, se trataba de una carta de navegación para un país que quería ser libre, justo e igualitario, aunque tuviera que batirse con los gigantes de la reacción conservadora y retardataria que, 23 años más tarde; daría al traste con ese intento renovador y libertario.

Ese es el país que, auspiciado por el pensamiento y la acción de la Mas.·., en medio del silencio cómplice del mundo, levantó su voz para exigir respeto por la dignidad y el valor de otro pueblo americano: el paraguayo que, como el David de Suramérica; se defendía de los aleves ataques de ese Goliat inmisericorde y cobarde que fue la Triple Alianza.

Se trataba, QQ.·. HH.·. colombianos -como muy bien lo conocen nuestros QQ.·. HH.·. paraguayos- de una guerra instigada y favorecida por el imperio británico, que se había arrogado los derechos de decidir e imponer a otros estados lo que a bien tuviera en función de su expansión económica y su colonialismo político.

Con esos fundamentos, Argentina, Brasil y Uruguay; se unen para acabar con el país más desarrollado y pujante de Latinoamérica en el siglo XIX.

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Este cobarde accionar -que no pocos estudiosos catalogan como genocidio - logró que en un próspero país de 1.300.000 habitantes, al concluir la guerra, sólo sobreviviera el 15% de su población, totalmente arruinada y con un territorio desmembrado; ante la mirada cómplice por inacción del resto de países del mundo.

Y es durante este período de guerra fratricida y altanera cuando se probó la condición masónica de nuestro continente, por cuanto fueron HH.·. nuestros los que declararon y defendieron la guerra a muerte contra el pueblo paraguayo, y fueron HH.·. nuestros los que -en este territorio colombiano- tuvieron la grandeza de oponerse a la carnicería aliada; cuando -a raíz del tratado secreto del 1º de mayo de 1866- envió una nota de protesta al Imperio del Brasil, la República Argentina y la República Oriental del Uruguay; firmada por el V.·. H.·. José María Rojas Garrido; en su calidad de Ministro de Relaciones Exteriores de nuestro país.

Luego, el 28 de julio de 1870 el Congreso de los Estados Unidos de Colombia promulga la Ley 78, mediante la cual se rinden honores al pueblo paraguayo y a la memoria de su presidente el Mariscal Francisco Solano López.

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Dicha Ley -en su artículo primero- da cuenta del heroísmo paraguayo y, con vivo respeto; manifiesta que "todo lo que hay de noble en el mundo contempla su grandeza, lamenta su desgracia y le ofrenda vivas simpatías".

El artículo segundo, por su parte; asume como propio de Colombia el dolor que les ha producido a sus compatriotas la muerte del mariscal Solano López y le augura un puesto en el altar de los héroes y en el recuerdo de las generaciones futuras. Firman esta Ley los VV.·. HH.·. Eustorgio Salgar, Presidente de la República; Felipe Zapata, Ministro de lo Interior y las Relaciones Exteriores; y Jorge Isaacs, Secretario de la Cámara de Representantes.

Posteriormente, y ante la inhumana carnicería perpetrada en contra de los paraguayos; surge un ofrecimiento que inflama de orgullo nuestra condición masónica. El mismo Presidente de los Estados Unidos de Colombia, Q.·. H.·. Eustorgio Salgar, plantea que "Si por efecto de la guerra, el Paraguay desapareciera como nación, en caso de producirse, ningún paraguayo será paria en América; [pues] con solo pisar tierra colombiana, gozará en forma automática de los privilegios, facultades, prerrogativas y derechos de colombiano". Ofrecimiento que no se quedó sólo en palabras; sino que se materializó con la ayuda y asistencia humanitaria para la reconstrucción de un país devastado por la guerra.

Por ello, aunque ahora no medie tratado alguno, y aunque no se haya implementado a cabalidad este ofrecimiento, para nosotros, como masones y como colombianos, nos es muy grato estrechar un T.·. A.·. F.·. con nuestros QQ.·. HH.·. paraguayos.

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Y reiterarles que hoy, como ayer, son también nuestros compatriotas; pues no podemos ser inferiores a los librepensadores que -en el siglo XIX- nos proyectaron hacia el futuro con aquella Constitución de 1863 y que, una vez al frente del Estado; encarnaron los valores masónicos y los principios de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad en sus actuaciones de 1866 y 1870.

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Pero, ¿qué del aquí y el ahora?

En estos días, cuando pareciera que nuestra Augusta Institución ha perdido terreno en los ámbitos de la política y del bien público; se hace necesario un replanteamiento serio de nuestro actuar, tanto en la Ord.·. como en la vida Prof.·.. Es innegable que mucho debemos revisar o, de lo contrario, la Masonería se ha de conformar con la aceptación acrítica lo que el poeta cartagenero planteara hace ya casi 100 años: "Fuiste heroica en los tiempos coloniales / cuando tus hijos, águilas caudales; / no eran una caterva de vencejos".

Tal vez sea necesario, nuevamente, volver la mirada a esos HH.·. que diseñaron un país que pareciera habernos quedado grande a los MMas.·., pues no hemos sido capaces de concretarlo. Es imprescindible que volvamos a nuestra condición de faros que iluminan el porvenir; por cuanto, como dijera en ocasión memorable el V.·. H.·. Eustorgio Salgar;

"La ignorancia es un enemigo público que debe ser combatido con todo el poder del gobierno, bajo cualquier forma que se le presente. A la ignorancia se persigue con el mismo derecho con que se persigue al crimen, que es una de sus manifestaciones".

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De lo contrario, continuaremos haciendo fatuas y fugaces construcciones que "con belleza y fragilidad de nido" corren el riesgo de no dejar enseñanza alguna a las futuras generaciones.

Todo ello, sumado al evidente hecho de que solo la Fraternidad puede constituir verdaderos gobiernos de seres humanos y no la Libertad o la Igualdad por separado, como nos lo han querido hacer creer los regímenes capitalista y socialista en sus intentos por reacomodar la geopolítica mundial.

La Fraternidad, como argamasa plena de todas las piedras que conforman esa construcción universal que nuestros antecesores han denominado con tan buen tino, la Gran Obra.

Y es la Fraternidad la que hoy nos tiene aquí; recordando a nuestros HH.·. del pasado y festejando a nuestros HH.·. del presente. Con la certeza de que, de alguna extraña manera; continuamos siendo esos albañiles medievales que dejaban sus marcas en los muros que construían.

Y una marca imperecedera de justicia y fraternidad la trazaron en el edificio latinoamericano nuestros HH.·. MMas.·. del siglo XIX; esos a los cuales también rendimos tributo en esta ocasión.

ENSEÑANZAS GRABADAS EN LA PIEDRA

Por ello, grabados en la más sensible y perfeccionada de todas las piedras; nuestro propio corazón, llevaremos por siempre los símbolos de una hermandad que comenzó en las brumas de la humanidad; que se hizo materia prima de la política latinoamericana en el siglo XIX y que continúa hacia el futuro. Los lazos fraternos que unen a los MMas.·. paraguayos y colombianos, con la clara convicción de que vamos plasmando los signos de nuestro Arte Real, mientras hacemos camino.·. como nos dejó señalado para siempre nuestro V.·. H.·. Antonio Machado: "al andar se hace camino, / y al volver la vista atrás /se ve la senda que nunca / se ha de volver a pisar", porque estas huellas del ayer son referentes de dignidad y fraternidad; que nos conminan a seguir haciendo camino al andar.

Es mi palabra.


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