Es clave comprender cuáles son las motivaciones de los
niños y jóvenes actualmente, para reconocer los nuevos desafíos que le
corresponde al maestro como inspirador, motivador y mentor.
Muchas veces nos preguntamos ¿cuáles son las motivaciones de los niños y
jóvenes del siglo XXI?, ¿qué los lleva a actuar de la manera en que lo hacen y
a tomar sus decisiones? ¿Cuáles son sus intereses y qué es lo que los mueve?
Estas preguntas las consideramos de gran relevancia para poder entender
el rol activo que tienen los estudiantes en su aprendizaje, y para reconocer
-al mismo tiempo- los nuevos desafíos que le corresponde al maestro como
inspirador, motivador y mentor.
En un artículo anterior hablábamos de la importancia de que, dentro del
contexto actual, el maestro sea ejemplo vivo para sus alumnos (lee aquí el artículo). Es decir, una combinación
entre el conocimiento, las capacidades y un ser humano íntegro, integral y
ético que inspire a quienes enseña. En esta ocasión, para complementar esta
visión, queremos hablar de la importancia del rol del estudiante en su
aprendizaje, y de uno de sus principales interlocutores: el docente como
catalizador de este proceso.
Hoy niños, niñas y jóvenes están creciendo en una era con referentes
distintos, en una cultura digital, con fácil acceso a grandes cantidades de
información. Hoy su desarrollo se hace bajo un concepto diferente de tiempo y
espacio, de cambios constantes y muy rápidos, con nuevas formas de comunicación
y aprendizaje que mezclan imagen, palabra y sonido.
Es en este contexto donde cada vez cobra mayor importancia el
planteamiento de enseñar a aprender, que parte de depositar la confianza en el estudiante y en su
capacidad de construir su propio conocimiento y organizar sus estructuras
mentales; reconociendo que lo que éste requiere para propiciar su desarrollo,
son ambientes abiertos de aprendizaje significativo que lo orienten a
aproximarse a esa gran cantidad de información disponible, de manera que
desarrolle su capacidad de recoger todo lo que está recibiendo y pueda
integrarlo en pro de su beneficio personal, el de su entorno y el de la
sociedad en general.
Enseñar a aprender no se trata sólo de pasar el conocimiento que se
tiene, no es únicamente transmitir un saber. Es ayudar a que el alumno, ávido
de conocimiento y con muchas preguntas, aprenda por él mismo. Más que
transmitir información, se trata de contagiar el amor por el conocimiento, de
motivarlos y guiarlos. Es desarrollar la capacidad en el alumno de acceder,
gestionar, analizar y aplicar eficazmente la información. Es tener la
capacidad de valorar los aportes de los estudiantes y promover que compartan
sus ideas e inquietudes, para inspirarlos a partir de sus propios
descubrimientos e interrogantes.
“Enseñar a aprender es ayudar a que el alumno, ávido de conocimiento,
aprenda por él mismo…donde el maestro es quien cataliza, abona, orienta e inspira
este proceso”
Se trata de acompañarlos en la creación de aprendizajes significativos
para su vida y para su entorno social, creando las oportunidades para que
explore, experimente, indague y descubra. Pero para lograr esto, el maestro
además de entender cómo funcionan los factores que forman parte de los procesos
cognitivos del alumno, debe hacerse las preguntas que mencionamos al inicio de
este texto, y abrirse a la posibilidad de comprender el porqué del
comportamiento del estudiante actual, para saber aplicar las estrategias
adecuadas en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Desde esta perspectiva es el propio estudiante quien produce su
aprendizaje y el maestro es quien cataliza, abona, orienta e inspira este
proceso. Un aprendizaje que emerge en un ambiente de confianza, libertad,
autonomía, liberado de presiones y represiones, facilitando que la creatividad
surja y permitiendo que el estudiante sea más partícipe y responsable de su
propia formación.
Sin embargo, nos queda una pregunta final, ¿qué tanto las formas
actuales de gestión de la educación en nuestro país y de la medición de los
resultados están ayudando a que estos cambios se gesten en el aula de clase?
Por: Ángela Escallón Emiliani
Fuente artículo: http://compartirpalabramaestra.org/columnas/ensenar-aprender