Enseñarles a creer en ellos mismos
Depresión, anorexia o el consumo abusivo de drogas son algunos de los riesgos a los que se ven expuestas las personas con una baja autoestima. La psicóloga clínica Marilyn Sorensen define este trastorno de la personalidad como un aniquilador de sueños y un obstáculo para el desarrollo de la creatividad, que promueve además una sensación de desesperación e impotencia.
La autoestima es la conciencia de las personas de su propio valor, y depende de la manera en la que estas reaccionan ante los estímulos que reciben. Es en la infancia cuando las experiencias asientan los pilares de la personalidad y la autoconfianza, por eso, los mayores afectados, son los niños. Aunque las experiencias personales, los profesores y las amistades inciden en el desarrollo de la visión personal de ellos mismos, es la familia el entorno más influyente en la adquisición de un alto nivel de autoestima , por lo que la responsabilidad de fomentar la confianza y la capacidad propia para que los niños se sientan seguros recae en los padres.
Uno de los motivos que explica la vulnerabilidad de los más pequeños ante este aspecto es la incapacidad de verbalizar sus emociones o de comprender cual es el motivo de su malestar; por eso la psicóloga Alicia Banderas recomienda prestar atención a lo que ella llama ” los gritos silenciosos”, una serie de indicadores que facilitan la detección de problemas de autoestima. “A menudo se muestran impulsivos, tienen muy poca tolerancia a la frustración, hablan mal de sí mismos y no participan ni dan su opinión en grupo porque piensan que no pueden influir en su entorno. En consecuencia se aíslan y evitan la comunicación.”
El grado de autoestima es determinante en el desarrollo de sus relaciones personales; de él dependerá que sean recurrentes sentimientos como la culpabilidad la envidia o el pánico, o por el contrario se relacionen con la seguridad y valía que brinda una buena autoestima.
Para reforzarla, es importante medir las palabras. Aunque de manera inconsciente, a veces son los padres los que debilitan la autoestima de sus hijos a través de un lenguaje inapropiado. La educación a través de un lenguaje positivo propone sustituir expresiones como “ No haces nada bien, no sé qué voy a hacer contigo” por otras como “ Seguro que puedes hacerlo” o “Cada día te sale mejor” .Esta forma de dirigirse a ellos no significa que no se puedan establecer límites; pero la prohibición y la crítica no resultan útiles si no se les ofrece una oportunidad de cambio.
La Junta de Asesores Médicos de Baby Center, explica que es importante asegurarse de que el niño sienta respeto por sí mismo y que sus contribuciones son valiosas. Para ello ha de sentirse aceptado tal y cómo es, más allá de su temperamento o sus destrezas, aclarándole cuando reciba llamadas de atención que es su comportamiento y no él lo que se considera inaceptable. Además, es importante celebrar lo positivo , pero para ello es necesaria la diferenciación entre reconocer un esfuerzo y sólo premiar un logro, pues la segunda conlleva el riesgo de que se sienta frustrado al no llegar al nivel de exigencia que le ha sido establecido “es importante encontrar el equilibrio porque con un exceso de refuerzo positivo, el niño se hace excesivamente dependiente de la aprobación externa, una justa medida entre el refuerzo positivo y los límites hace que el niño comprenda lo que en su vida pueda ser posible y lo que no” asegura la psicóloga Alicia Banderas.
La importancia de que los niños crean en sus capacidades, reside en las facilidades con las que afrontarán las relaciones con los demás y en el aprendizaje de sentirse bien con ellos mismos, pues una buena autoestima aporta sensibilidad frente a las necesidades ajenas y a la vez firmeza para defender los principios y valores propios. No ha de pasarse por alto la salud emocional de los más pequeños, pues todo lo que se logra en este periodo de desarrollo determina la conducta y la mirada con la que observará la vida cuando alcance la edad adulta.