En la época de Lorenzo el Magnífico, finales del siglo XV, la Villa Lemmi es comprada por la familia Tornabuoni, directamente emparentada con los Médici. Se trata de una antigua fortaleza transformada por Michelozzo en un hermoso luogo di delizia. En la Villa se descubrieron en 1823 los dos frescos de Sandro Botticellil que se encuentran en el Louvre: presentación de los esposos a las Artes Liberales y recogiendo las flores de Venus. Apenas una ínfima porción se conserva en su emplazamiento original. Dos reproducciones ocupan su lugar primitivo.
La Villa se encuentra en el barrio de Careggi, antes extrarradio y hoy integrado en la ciudad. Actualmente se usa como oficina del INAIL, un centro para accidentes laborales, gracias a ello se ha restaurado y está viva.
Florencia, nueva Atenas o nueva Jerusalén, en sus momentos de su máximo esplendor, la republicana de los cancilleres humanistas o la aristocrática de los Cosme y Lorenzo de Médici, ofrece muchos lugares para la ensoñación. La Villa Lemmi es uno de los más proclives. Se puede pensar en Boccaccio refugiándose en una villa para huir de la peste, asistiendo al encuentro de El Magnifico con el abatido Pico de la Mirandola, refugiado de la Inquisición en estos parajes, o formando parte de los ilustrados debates platónicos.
Los frescos de la Villa son quizá la muestra pictórica más acabada del platonismo florentino del círculo de Ficino al que pertenecía Botticelli. Estamos ante una bellísima representación del amor de El Banquete, los jóvenes son iniciados en el amor y el saber. Recuérdese el no entre aquí quien no sepa geometría de la Academia.
La Astronomía con esfera armilar, la Geometría con escuadra, la Aritmética con tablilla y la Lógica con su escorpión se encargarán de iniciar al joven en ese mundo platónico florentino de la dignidad del hombre y la concepción de sabio que se adentra en los misterios divinos por ser parte de ellos.
La mansión conserva una decoración floral original muy destacable.