Doñana, además de paraíso de la naturaleza europea, también es un territorio lleno de mitos y leyendas. Algunas de ellas se remontan varios siglos antes de nuestra era y han llegado hasta nosotros gracias a los historiadores romanos.
También es parte fundamental del primer capítulo de la historia de la conservación de la naturaleza en Europa, y que ha dado lugar a uno de los espacios protegidos más famosos del continente.
CIUDADES MISTERIOSAS: DE TARTESOS A LA ATLANTIDA
Durante muchos años se pensó que Doñana era un territorio sin ocupación humana durante la prehistoria, pues al ser un territorio geológicamente muy reciente se le suponía bajo las aguas de un gran lago en la desembocadura del Guadalquivir. Pero casualmente en 2012 se descubrieron varios útiles de piedra del neolítico, de hace 5.500 años, junto a la marisma, lo que demuestra que bajo sus arenas puede haber otras sorpresas.
Descifrado este enigma quedan otros aun más interesantes, pues algunos investigadores sitúan aquí el lugar en donde podría encontrarse la Atlántida. Esta sugerencia fue posteriormente relacionada con la antigua ciudad de Tartesos, cuna de una rica civilización de hace 3.300 años.
En el siglo I de nuestra era el geógrafo romano Estrabón escribió “Geografía”, una obra en donde recogía citas de autores griegos del S VI a.C que mencionaban la existencia de la civilización de tartésica en esta zona del Mediterráneo. Más tarde, en el siglo IV, Avieno, que era otro historiador romano, hace una descripción de esta costa en la que de nuevo indica que este territorio también era tartésico.
Todo esto quedó en leyenda hasta que en la segunda mitad del sXX se descubrieron varios yacimientos en el sur de Andalucía que fueron atribuidos a los tartesos, con lo que la existencia de la hasta entonces mítica civilización quedaba probada.
Mas recientemente, en 2003, científicos alemanes creyeron distinguir en imágenes de satélite huellas de la ciudad. En 2006 el Consejo Superior de Investigaciones Científicas realizó nuevas prospecciones y mas recientemente otros investigadores han vuelto a ver huellas de la ciudad en nuevas imágenes de satélite (2015).
Lo único cierto es que por su situación estratégica, Doñana fué un territorio utilizado por tartésicos, fenicios, cartagineses y romanos. De momento la existencia de una ciudad enterrada bajos las arenas continúa siendo una leyenda.
DOMINACION MUSULMANA Y RECONQUISTA
Durante el periodo visigodo está comarca fue un territorio reconocido, perteneciente al episcopado de Niebla. Por su proximidad al Estrecho, la invasión musulmana del 711 pronto se hizo con estas tierras, que permanecieron en sus manos hasta el S XIII. Durante tantos siglos hubo incursiones vikingas (S IX), se dejó notar el esplendor de los almorávides (S XI) y perteneció al reino taifa de Niebla.
Tras la reconquista, por el Rey Alfonso X El Sabio, fue a anexionado al reino de Castilla. De esta época son las primeras crónicas que mencionan la riqueza natural de la zona y el Rey, que era un gran aficionado a la caza, elige las marismas como cazadero real y establece una primera orden de vedas.
En el S XIV la jurisdicción de estas tierras pasan a manos del ducado de Medina Sidonia, cuyos dominios se extendían desde Cádiz a Huelva. En esta época el cazadero real ocupaba el conocido Coto del Rey, situado al oeste del Rocío, mientras que el cazadero de los Medina Sidonia se ubicaba en la orilla sur del arroyo de la Rocina.
En el S XVI el séptimo Duque de Medina Sidonia construye un palacio en el corazón de las marismas y lo nombra “Doña Ana” en honor a su mujer, dando lugar al actual topónimo por el que se conoce al parque nacional: Doñana.
Durante los siglos XVI y XVII fue frecuente la presencia de piratas turcos y berberiscos, por lo que a lo largo de la costa se construye una red de atalayas que alertaban de su presencia. Son las torres de la Higuera, Carbonera, Zabalar, San Jacinto, del Oro, del Río del Oro y del Asperillo.
LUCHA POR SU CONSERVACION
Por su situación extrema, junto a la desembocadura de un gran río, y por su carácter marismeño y arenoso, este territorio permaneció muy aislado de su entorno hasta mediados del S XX, cuando las marismas todavía inundaban 180.000 ha.
Es entonces cuando se toman las primeras decisiones que transformaran el territorio. En 1947 se inician las primeras actuaciones para desecar la marisma y su puesta en cultivo y erradicar el paludismo, para lo que se canaliza el caño de Guadiamar, la principal fuente de agua de la marisma. Poco después, en 1953, el Estado repuebla con eucaliptus y pinos amplias extensiones de monte con destino a la producción de celulosa.
Un grupo de naturalista ingleses, conscientes de estas amenazas, visitan Doñana en 1952 y poco después lo hacen dos insignes naturalistas españoles, José Antonio Valverde y Francisco Bernis. En 1956 y 1957 se repiten las expediciones y así es como surge un núcleo de personas influyentes que apostaron por la protección de Doñana.
En estas reuniones surge la idea de comprar Doñana y, para ello, la de crear un fondo mundial para la conservación de la naturaleza, que dio lugar el WWF. Es así como en 1963 el recién creado WWF compra 6.794 ha de marisma en el Coto de Doñana y las cede al Consejo Superior de Investigaciones Científicas para crear la Estación Biológica de Doñana, hoy en día uno de los centros de investigación en ecología más importantes de Europa. En 1968 el WWF adquiere otras 3.214 hectáreas de marisma.
Presionado por estas iniciativas en 1969 el Gobierno crea el parque nacional de Doñana, con 37.425 ha.
Pero los problemas no acabaron aquí. En 1971 se aprueba un plan para transformar 45.000 hectáreas de marisma y monte en cultivos de regadío. Todas estas transformaciones redujeron la superficie original de marisma a 30.000 ha.
Ermita de El Rocío
En 1978 el gobierno amplía el parque nacional hasta 50.720 ha y diez años después la Junta de Andalucía protege 53.835 ha adicionales periféricas como Parque Natural.
Pero de nuevo surgen nuevas amenazas. En 1990 se lanza el proyecto Costa Doñana, que pretendía urbanizar gran parte del litoral. La respuesta internacional no se hizo esperar y consiguió paralizar el proyecto, con lo que hoy podemos disfrutar de más de 60 km de playas sin edificar.
La hecatombe más reciente fue en 1998, cuando se rompe una balsa de residuos tóxicos mineros de la empresa Boliden, en Aznalcóllar, que bajan por el caño de Guadiamar hasta las mismas puertas de la marisma, contaminando miles de hectáreas.
EL FUTURO
Pero no queremos dejar mal sabor de boca con esta historia. Se han erradicado los eucaliptus en más de 10.000 hectáreas para regenerar la vegetación natural, se han recuperado miles de hectáreas de marisma desecada y se ha recuperado el caño de Guadiamar, que hoy es un corredor verde que enlaza Doñana con Sierra Morena.
En el momento actual, tras otra ampliación del parque nacional en 2004, Doñana suma un total de 108.087 ha protegidas y continua siendo uno de lugares más importantes de la biodiversidad europea.