Revista Comunicación
Siguiendo con esa extraña moda de cuestionarlo todo y de enterrar cualquier iniciativa o herramienta que se precie, cada día que pasa alguien proclama un certificado de defunción de forma solemne y unilateral. Si ya muchos expertos en su día «mataron» a los periódicos, la radio, el cine, la televisión, los blogs o la web (¿?), ahora lo que se lleva es proclamar la muerte de redes sociales tan populares y masivas como Facebook y Twitter, y quedarse tan ancho. Tantas esquelas cibernéticas van parejas a informaciones y estadísticas que proclaman justo lo contrario. Que el Periodismo con mayúsculas no ha muerto (miren el aluvión informativo que está generando hoy la filtración global de Wikileaks), que los blogs no han muerto, el cine tampoco, la televisión ni por asomo, Twitter o Facebook todo lo contrario, la web... pues qué quieren que les diga. La última moda fúnebre es matar, antes casi de que nazca, la figura del Community Manager --también conocido como editor social, gestor de redes sociales o responsable de comunidades on line-- sin dar tiempo a que muchas empresas despierten de su letargo 1.0 y conozcan su importancia y eficacia. Por eso cada vez que veo/leo/comento una esquela cibernética tengo claro que el «fallecido» está más vivo que nunca, que todos los «muertos» son necesarios y complementarios y que lo que sobran son tantos enterradores. El tiempo así lo confirma. Minuto a minuto.