El cadáver del reconocido traficante de drogas Luis Ramón Castro Jiménez, (alias El Gallito), muerto a balazos en un presunto intercambio de disparos con agentes de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD). Fué sepultado en medio de salsa, bachata, merengue de calle, reggaetón y toda clase de bebidas alcohólicas, donde los jóvenes bailaban y cantaban como si fuese una típica celebración mientras su cuerpo sin vida era trasladado al Cementerio Municipal.
El desfile del cortejo fúnebre se escuchó diversos pronunciamientos, mientras el ron, el whisky y la cerveza fue desparramada por las calles hasta llegar al campo santo.