Revista Comunicación

Entrando en Downton Abbey

Publicado el 20 marzo 2011 por Lapalomitamecanica
A tipical english drama
Entrando en Downton Abbey
Qué rabia me da ser perfectamente consciente de que un producto es bueno, pero que su estilo no va con mi rollo. El caso es que los números me demuestran que la serie debe estar bien. La nueva propuesta de los martes por la noche de Antena 3, Downton Abbey, se convirtió en Gran Bretaña en todo un éxito, con un total de 11 millones de espectadores durante la emisión del último episodio de la primera temporada en ese país. Un 35% de share, casi ná. En España los resultados tampoco han estado mal, logrando el 17% del share. No es que me haya disgustado, o me parezca una bazofia, es sólo que es demasiado inglesa para mi gusto; es decir, que resulta una serie adecuada para la hora del té, y yo soy más de whisky. Sin embargo, no decepcionará a aquellos a los que les mola el estilo clásico y algo pausado de las producciones televisivas de época.
Lo cierto es que la serie destaca por una ambientación muy lograda y un buen reparto, conformado por nombres como Maggie Smith (Harry Potter y la Piedra Filosofal), Jim Carter (Shakespeare in Love), Hugh Bonneville (Notting Hill), Elizabeth McGovern (Érase una vez en América, Kick Ass) o Brendan Coyle (The Jacket). Todos con una cara de inglesitos remilgados muy del tipo de El Discurso del Rey, la Rottenmeger de Heidi o los anuncios de Ferrero-Rocher, con ese clasicismo y sobriedad que caracteriza a los personajes. En Downton Abbey se presentan unos roles, desde el principio, bien diferenciados y que nos avisan de quién forma parte del bando bueno y quién del malo. Vamos, que a más cara de estreñido y arrugado, más malvado es, os podéis imaginar en qué lado está Maggie Smith, que me da la impresión constante de que de un momento a otro se escapará convertida en gato.
Entrando en Downton Abbey
La historia se ambienta antes de la I Guerra Mundial, durante el reinado de Jorge V. El argumento gira en torno a la familia británica Grantham y su búsqueda de herederos para mantener sus propiedades. El candidato previsto para casarse con su hija y lograr preservar su riqueza, un primo lejano, fallece en el accidente del Titanic, así que no les queda más remedio que contactar con otro familiar, el cual, no está acostumbrado a una vida elitista. Por medio de la función también asoman las historietas de los sirvientes, líos de faldas -y de pantalones-, pasados misteriosos y demás.
El guión corre a cargo de Julian Fellowes, el guionista de The Tourist, sólo que en esta ocasión, juega en su terreno y da la talla, así que no hay de qué alarmarse, podéis volver a guardar vuestros inhaladores del asma. Y si, como decía, está muy bien ambientada, aunque a ello haya ayudado la gran inversión que ha requerido cada capítulo, más de un millón de euros cada uno, para ser precisos. Entre las actuaciones, creo que habrá que estar atentos, sobre todo, a las de Jim Carter como mayordomo estirado -que luego no lo es tanto-, Brendan Coyle, que parece un perrito abandonado y lisiadete al que apetece adoptar, o el guapete pero inquietante Rob James-Collier, que no sabes si le da a la carne, al 'pescao' o su única máxima en la vida es ser el mayordomo de la family.
Supongo que me tragaré el siguiente capítulo a ver por qué derroteros se mueve la serie, muy recomendable para aquellos que la gozan con las historias de época sobre herencias y conspiraciones en un ambiente aristocrático y clásico. Como comentaba, yo soy más de darle al whisky, pero a lo mejor me paso a la vida sana y me aficione al té, a ver si la dieta de la infusión británica consigue no aburrirme.

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