– Bien, repasemos el plan.
– Me lo sé de memoria M…
– Shhhh, ¡no digas mi nombre!
– ¡Pero si aún estamos en casa!
– Te tienes que acostumbrar, no puedes decir mi nombre cuando llegue el momento.
– Sigo sin entender qué más dará lo de los nombres.
– Venga otra vez la misma discusión no, por favor, sólo por esta vez, hazme caso.
– ¿Tenían que ser en ingles?
– Es más divertido.
– Estás como una regadera.
– ¡Gracias!
– Jajaja bueno, si te lo tomas como un halago mejor para mí, señora Pink.
– Me lo tomo como un halago porque lo es, señor Black.
– Te pegaba más a ti lo de Black que a mí.
– Lo sé. ¿Repasamos el plan? Tú entraras por la salida. Gritaras manos arriba bla bla bla y cuando todo el mundo te esté prestando atención, haré mi aparición estelar.
– No sabía yo que te gustaba tanto el protagonismo, si te pones nerviosa hasta con las fotos.
– Ya, pero es nuestra última oportunidad de hacer una locura.
– Eso no es verdad, no será la última, aunque seguramente la más ridícula si.
– ¿Estás conmigo o no?
– Estoy contigo.
El señor Black y la señora Pink estaban decididos y preparados. Black sabía que Pink necesitaba hacer esto, no entendía muy bien por qué y en el fondo le hacia sentir un poco extraño. ¿No debía ser él el que estuviera convencido de que sería la última vez que harían una locura? Además, el hecho de que ella se hiciera llamar Pink le ponía aún más nervioso. ¡A ella no le gustaba el rosa! Desde luego era la mujer más desconcertante que había conocido nunca, si no fuera así seguramente nada de esto estaría pasando.
– Señor Black.
– Señora Pink.
– Ha llegado el momento.
– Si señora.
– ¿Estás contento?
– Fíjate que esa pregunta debería hacértela yo a ti, al fin y al cabo todo este lío ha sido idea tuya.
– ¡Claro que estoy contenta! Además, no ha sido exactamente mi culpa. Si tu no lo hubieras propuesto, a mi no se me habrían ocurrido todas estas locuras.
– Eso es verdad, señora Pink.
– Venga vamos.
¡Manos arriba! ¡Esto es un atraco! ¡Quiero todo inmediatamente! Presten atención, lo que pase a continuación dependerá de que tan bien sigan las normas. Despacio dejen todas las cosas a su lado, ¡no quiero ver un puto móvil! ¿Entendido? A continuación se van a poner en fila, que a nadie se le ocurra salir corriendo, porque no lo conseguirá.
Ahora comenzara a sonar la música. Más os vale bailar o la señora Pink se va a enfadar mucho. Y os aseguro que no queréis ver a Pink enfadada.
Todos los invitados estaban atónitos. Imaginaos una iglesia llena de gente, vestida de gala, en fila india y preparados para bailar. El señor Black lideraba la fila. Sacó su móvil y mandó el mensaje que daría paso a la parte más importante.
La señora Pink entró, por la salida como no, junto a sus damas de honor en el momento exacto en que comenzó a sonar la música.
Para sorpresa del señor Black, el resto de la iglesia se sabía los pasos de baile que debían seguir y alguien vestido de Darth Vader se acercó para decirle que a él se le concedía la posibilidad de poder casarse pues en el lado oscuro eso no estaba prohibido.
Esa mujer estaba loca, pero que divertido era estar loco a su lado.
– Estás loca
– Lo sé
– ¿Cómo has conseguido que todo el mundo haga esto? No espera, ¿cómo has conseguido que yo fuera el único que no lo supiera?
– La fuerza me acompaña. La fama de no querer casarme nunca ha ayudado. Creo que todos pensaban que si no lo hacían yo tampoco me casaba.
– Tenían razón.
– Seguramente.
– ¿Quieres?
– Pues claro.
Yo les declaro Señor y Señora Black.
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