"Entre todo y nada..."
Dicen que con las experiencias vamos aprendiendo de nuestros errores, nos volvemos más exigentes con nosotros mismos y con el resto de las personas. Por eso no es de extrañar que en el campo sentimental pidamos a veces mucho más de lo que nos pueden ofrecer, e incluso en muchos casos nos sorprendemos a nosotros mismos analizando un poco a la otra persona antes de decidir dar el siguiente paso, si verdaderamente merece la pena arriesgar o no.
En mi caso analizo poco, mas bien comienzo a notar los síntomas tales como ponerme un poco tensa en su presencia sin abandonar la sonrisa, eso siempre. Querer conocerle más a fondo o simplemente… Pasar más tiempo con él, entre otras señales…El caso es que en ese momento sé que algo está pasando dentro de mí, algo que no puedo controlar y eso es una cosa que me saca de los nervios, porque me gusta mantener toda situación bajo control. El caso es que pienso las cosas, pero mientras lo pienso doy oportunidades y así me pasa después… A las prue-bas me-remito. Este año comencé muy sosegada, si se puede llamar así… Sé que Robin no diría lo mismo. Aunque no hable mucho acerca de mis idas y venidas, porque he preferido enfocar mas el blog a “los sentimientos” en si y otros temas… Si apareció una persona que podría haber descolocado el presente, pero por unos motivos u otros, no dije nada al respecto, no me lancé y todo ha quedado como tiene que estar, en su sitio, con una bonita amistad y sin que él sepa nada…
Y ahora… Y ahora que él ya no es mi obsesión, aunque se cuele en mi mente cuando estoy durmiendo (y es algo que me preocupa la verdad, por qué no se que significan todos esos sueños…) Que puedo decir tranquilamente que soy feliz sin tener alguien a mi lado, es decir que no es algo que tenga como prioritario en estos momentos. Ahora que sé mas o menos qué quiero hacer con mi vida. Ahora que me voy sintiendo un poco mejor conmigo misma, aunque siempre hay bajones en relación a esto. Ahora que todo está bien… Va y aparece él. Y me descoloca todo de arriba abajo, haciendo que desee que llegue cada domingo para verle y que me lleve después a casa mientras hablamos de todo, de nada…
La primera vez en verle me calló bien y hubo feeling. Después del primer día de ensayo me preguntó por donde vivía, al ver que le pillaba de paso comenzó a llevarme a casa. Y cada vez que le iba conociendo más, más me llamaba la atención. Físicamente no es mi tipo, ni rubio de ojos claros, ni moreno también de ojos claros. La semana pasada me di cuenta que algo empezaba a suceder, cuando nos quedamos los dos a solas en el local mientras el resto se iba a tomar unas cañas, hasta que decidimos unirnos a ellos. Me dije a mi misma… “Gata, no eches a perder esto”, es decir, no intentes nada con alguien del mismo grupo de música porque por lo mínimo que suceda, habrá consecuencias. Y debe ser que me oyeron en algún lado… Porque por su trabajo seguramente esté un mes fuera de la ciudad e incluso más, pero me conozco y los correos siguen estando ahí por cualquier excusa. Pero se dice que la distancia es la mejor manera de que no pase nada más, así que me vendrá bien…
Y es ahora cuando me pregunto por qué no puedo fijarme en el batería, que me dice de ir a ver espectáculos, que me da conversación, que se fija en cualquier cambio que haya aparecido en mí, que me pregunta por aspectos personales, que es detallista y si eso fuera poco… Tiene un buen empleo, pero eso a mí no me importa mucho teniendo en cuenta lo que pasó con él. El caso es que es eso… La gata está embobada de nuevo o como me suelen decir: “encaprichada”. Pero conozco cuando es un capricho a corto plazo y a largo… Y este tiene pinta de ir para largo.