Maryclen Stelling
La actual coyuntura internacional y nacional producto de las recientes medidas tomadas por la administración Trump, la decisión del Gobierno de “no asistir a las reuniones pautadas para los días jueves 8 y viernes 9 de agosto”, más la reacción celebratoria de ciertos sectores de oposición, afectan indudablemente al diálogo en su más amplia expresión.
Situación coyuntural que incide no solo en el proceso formal que se lleva a cabo en Barbados, sino en el diálogo en tanto poderosa fuerza social emergente, que, sin distingo de tolda política, se ha ido apoderando y empoderando a importantes sectores poblacionales. Una amplia expresión de la ciudadanía concuerda en apoyar e impulsar el diálogo y las negociaciones políticas en Barbados, como respuesta concertada ante las sanciones de EEUU. Sin embargo, un posible efecto a contemplar es la perdida de legitimidad de las negociaciones y el consecuente debilitamiento del apoyo ciudadano al diálogo Gobierno-oposición.
La actual coyuntura alimenta la polarización y, paralelamente, refuerza la necesidad urgente de dialogar y negociar. El amplio apoyo social al diálogo se topa con fuerzas repotenciadas, como son la polarización y radicalización política. Además de afectar el diálogo en las bases sociales, se observan otros efectos inmediatos en las dinámicas internas de los factores políticos, que alertan sobre el peligro de una posible escalada de violencia, producto de la radicalización de sectores extremistas.
La polarización, que supone el máximo de distancia posible entre rivales políticos, se potencia en situaciones políticas de ausencia de consenso básico, o en condiciones de baja legitimidad. La radicalización, en tanto proceso, conduce a posiciones extremas de intransigencia o fanatismo. Y, cuando en ambos lados se fortalecen tales posturas, disminuyen las probabilidades de alcanzar una salida negociada.
Es imperante anteponerse y atacar estos procesos negativos que conducen peligrosamente a la radicalización política violenta y que, sin duda alguna, generarán graves consecuencias negativas de carácter político, económico, psicosocial… Suerte de retroceso, que conduciría a un punto de no retorno en lo que se refiere a cualquier posibilidad de pacto social entre las parcialidades políticas, sobre dialogo, paz y democracia.
@maryclens