Los
actores sanitarios están cada vez más involucrados en la seguridad del paciente.
El movimiento empezó a tener más auge desde el año 2000, cuando se empezó a
cuantificar el impacto que tenía en términos de salud. Según un estudio que se
llevó a cabo en Estados Unidos, la seguridad del paciente tenía un impacto que
se traducía en que era la octava causa de mortalidad. Si nos fijamos en cifras
españolas, “entre el 9 y el 10 por ciento de los ingresos hospitalarios tiene un
problema de seguridad del paciente”, ha explicado a EL MÉDICO INTERACTIVO,
Santiago Tomás Vecina, director gerente de la Fundación por la Investigación,
Docencia e Información en Seguridad del Paciente (FIDISP), que ha celebrado
junto con Comunideas, el Curso sobre Comunicación y Seguridad del Paciente.
La mayor parte de esos problemas son relativos al riesgo que sufre el paciente
durante su estancia hospitalaria, que van, según detalla Santiago Tomás, desde
problemas con la medicación, por error de administración o efectos adversos, a
los que se pueden plantear con las técnicas y procedimientos empleados.
Y es que el factor personal influye en este ámbito, puesto que el trabajo en
equipo y la presión asistencial son fallos que hacen poner en peligro la
seguridad del paciente. Entre el 10 y el 12 por ciento de los pacientes puede
tener un problema durante su ingreso y las consecuencias pueden ser desde que no
pase nada hasta fallezca.
Prevención de riesgos
Todo el movimiento de la seguridad del paciente lo que busca es prevención de
riesgos. Hay una serie de controles para intentar evitar estos problemas. En
este sentido, es en el que más se ha avanzado, tanto en el control de
procedimientos como de administración de fármacos. En esta línea se sitúa la
medida de lavado de manos antes de cualquier exploración. “Con algo tan sencillo
se han evitado muchas complicaciones y riesgos de infecciones para los
pacientes”.
Las organizaciones internacionales, como la OMS, y el Ministerio de Sanidad,
Servicios Sociales e Igualdad están alineados entorno a prácticas clínicas
mínimas seguras que se deben cumplir en todos los centros y en otras
recomendaciones en las que se está trabajando para reducir la siniestralidad.
En este contexto se encuentra la Estrategia de Seguridad del Paciente del
Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad 2015-2020, donde se
introducen aspectos novedosos sin olvidarse de lo antiguo, donde se destaca la
importancia de crear cultura sobre seguridad en los profesionales. “Muchas veces
estamos en unas rutinas que hace que no pensemos en la seguridad. Se ponen en
marcha comisiones de seguridad en los hospitales y se encuentra reacciones muy
diversas”.
Pero el día que pasa algo, aparece la figura de la segunda víctima, que es el
profesional. Por eso, hay que trabajar en el cambio cultural de que el
profesional sanitario está en situaciones de riesgo, de las que debe ser
consciente y poner las medidas adecuadas para afrontarlas de la mejor forma
posible.
Ante esta situación, Santiago Tomás recuerda que se incluya la seguridad del
paciente en la formación de pregrado, “que no sea algo optativo. Incluso que
cada especialidad pueda hablar de sus propios riesgos”.
En esta línea, las unidades de cuidados intensivos son muy activas en el tema de
la seguridad del paciente al igual que los servicios de urgencias. “Atención
Primaria, Geriatría y Salud Mental les están siguiendo. Estos ámbitos nos están
solicitando formación en el campo de la salud del paciente”, concluye el
director gerente de FIDISP.
Leído en El Médico Interactivo