La vida es un compendio de situaciones y toma de decisiones a las que uno debe hacerle frente. Muchas veces no podemos decidir, de hecho no deberíamos hacerlo y posiblemente nos encontraríamos ante un nuevo paradigma. Sin duda alguna existen caminos que de recorrerse se corre el inoportuno destino de la pérdida total. Entonces, y llevado por un instinto de supervivencia, el hombre – como ser humano – tiene una doble vía de escape; acogerse al miedo a lo desconocido o abrazar la pérdida como un nuevo comienzo. No se engañen, en todo nuevo camino existe el riesgo de pérdida de lo construido con anterioridad. Pero siendo sinceros, el azar es lo único que entra en juego, sin el azar muchos videojuegos no se hubieran ni tan siquiera plasmado en un triste “concept art”.
La causalidad de las cosas radica en el movimiento, un hecho tan simple como el de dirigirse hacia un lugar, con un objetivo pero lo suficientemente abierto a posibles roturas que finalmente te conllevan a un destino incierto. Pero, por suerte o por desgracia, la incerteza es algo que acompaña a todo ser desde el momento de su nacimiento. Y muchas veces se debería agradecer que fuese así, ya que conocer más allá del presente lo condiciona y por lo tanto modifica. Sin duda alguna, el verso de Antonio Machado cubría de sentido cualquier otra interpretación, ya que detrás de aquel ya popular “caminante, no hay camino, se hace camino al andar…” se esconden las bases filosóficas a las que cada cual debería acogerse. Los videojuegos en general, y lo que en éstos se realice en concreto son simplemente caminos no recorridos necesitados de peregrinos.
El jugador más experimentando disfruta de un videojuego como el experto en una partida de poker, de hecho y tras una cuantas partidas a partypoker, uno se da cuenta que si no dominas las reglas estás perdido. La inocencia de un infante que toma un mando por primera vez entre sus manos, es cuanto menos curiosa. Salta cuando el personaje de la pantalla salta y camino pensando que sus actos traspasan las ordenes por pulsaciones y por lo tanto el avatar y el jugador están conectados por ese cordón umbilical eléctrico de los mandos de antaño. Una experiencia que le sirve para establecer correspondencia, conclusiones e incluso patrones de comportamiento ante lo que ha visto. Tenemos por lo tanto que el azar dispone y es solo el movimiento dentro del camino lo que da la posibilidad de seguir caminando.
Es por ello, que cuando observo los continuos cambios en mi vida, y sí ahora hablo en propiedad, no paro de sorprenderme de como el azar influye en cada acto. Blog, vida, videojuegos, estudios, trabajo, sociedad son simples ingredientes de un todo que en realidad no sirve para nada si no se le presta la debida atención. El azar me ha llevado a crear una familia, quizás el mejor videojuego, el azar me llevó hasta este lugar, que parece yermo y deshabitado desde hace días. Quizás, aunque no es de menester, lleva el momento de cerrar puertas definitivamente, dejando sólo aquello que vale la pena o que en su día me reconfortó. El azar o lo azaroso, sólo éstos serán los que dicten que pasará de aquí en adelante. De momento y sin poner fechas, continúo con el adiós prologado, con la agonía de una muerte sabida y por supuesto con el agradecimiento eterno a los que un día dijeron, voy a perderme por este camino. Ya que sin duda, no hay nada mejor en esta vida que cerrar los ojos y empezar a caminar, a veces incluso uno se sorprende al comprobar que no todo gira entorno a un farol, a una partida de poker mal jugada o al recelo competitivo de saberse el mejor.