Revista Cultura y Ocio

Entre el frío y la literatura

Por Isabel Martínez Barquero @IsabelMBarquero
ENTRE EL FRÍO Y LA LITERATURAEstamos en invierno en el hemisferio norte, es obvio. El tiempo se encarga de confirmárnoslo con fríos intensos y nevadas que nos dejan estampas muy bellas, sobre todo si se ven bajo techo y al calor de la lumbre. Otra cosa es bregar con toda esa nieve en las carreteras, en las líneas de ferrocarril, en las calles y plazas resbaladizas o en el día a día, donde la rutina cotidiana de muchos pueblos y ciudades se ve alterada para gozo de los niños que no pueden acudir a clase. Donde vivo, no ha nevado, aunque hace muchísimo frío para lo que es costumbre en mi tierra.ENTRE EL FRÍO Y LA LITERATURANo me quejaré del frío, que a mí me gusta especialmente, ya que me despeja la cabeza, y una cabeza despejada en mi caso es una cabeza con ganas de literatura, sea para escribirla o para leerla.
ENTRE EL FRÍO Y LA LITERATURAPor lo que a lectura se refiere, he acabado hace poco con la novela que consagró al escritor indonesio Eka KurniawanLa belleza es una herida, publicada en España por Lumen en octubre de 2017, quince años después de que apareciera en su país y traducida a treinta y cinco idiomas. 
Según mi criterio, se trata de una novela estupenda y muy entretenida, donde el autor crea un universo propio en sus páginas. Una saga familiar donde las mujeres tienen un papel preponderante. 
Se inicia con el regreso a la vida de Dewi Ayu tras veintiún años muerta. Dewi Ayu, una reconocida prostituta con sangre holandesa en sus venas, da a luz a cuatro hijas, las tres mayores muy hermosas y terriblemente fea y monstruosa la cuarta. Al alumbrar a esta última, cuyo nombre, por pura paradoja, es el de Bella, es cuando decide morirse. Asistimos a la historia de esta mujer y a la de de sus cuatro hijas, así como a la de los hombres que con ellas se relacionan e incluso a la de los nietos de Dewi Ayu. Dichas historias corren paralelas a la historia de Indonesia en el siglo XX, con el fin del colonialismo holandés, la ocupación japonesa y sus masacres vergonzosas, para acabar con la instauración de un régimen dictatorial que generó las terribles purgas anticomunistas. Amor, pasión, dolor, violencia y ternura en una historia que se desarrolla en la fantástica Halimunda. Nos regala personajes inolvidables, tanto femeninos como masculinos, dramatismo, tradiciones, leyendas y unas pinceladas fantásticas muy presentes desde el inicio, con muertos que se comunican con los vivos o que vuelven del más allá, o con fantasmas que conviven con los habitantes de Halimunda. Todo es posible en una narración que teje un destino aciago, e inamovible, para sus protagonistas.La escritura de Eka Kurniawan se recrea en los personajes, es de tono intimista y ritmo pausado, con la acción bien dosificada. Un autor en estado de gracia con un sabio manejo de los elementos reales y los fantásticos. 
Se ha dicho que su obra transita entre el realismo mágico y la fantasía surrealista. El propio Kurniawan indica al respecto: «Hay un elemento mágico y surrealista en mi obra y es achacable a la influencia de las novelas de terror típicas de Indonesia y de artes marciales, que era lo que leía de adolescente. Participo además en la tradición oral de nuestro folclore, con teatro de sombras chinescas, y las historias que me contaba mi abuela, pero también con la literatura occidental clásica».
Por lo expuesto, a Eka Kurniawan se lo ha comparado con Gabriel García Márquez, Salman Rushdie o Günter Grass. El escritor agradece estos elogios, pero él se pone como modelos a Kafka y Cervantes «por el humor y la fantasía que permiten contar lo más terrible y embellecerlo». La admiración hacia Cervantes es patente en sus entrevistas y se acredita con la cita del Quijote que abrLa belleza es una herida
Pese a los hechos reales que refleja novelados, no estamos ante una novela histórica que siga fechas o acontecimientos determinados, sino ante una novela a secas, donde la fuerza de la historia radica en la saga familiar protagonista, así como en una serie de personajes secundarios absolutamente redondos, como el sepulturero Kinkin. El propio autor indicó: «Hablo de la gente normal y humilde y de lo que les ocurre al margen de quien gobierne, sean holandeses, japoneses o indonesios, y que siempre están oprimidos».
Por último, no quiero marcharme sin deciros que hace poco tuve una gran alegría al conocer que mi novela La epidemia del siglo ha sido finalista en la categoría de Narrativa en los Premios Fray Luis de León de Creación Literaria 2017. No ha ganado, pero haber llegado hasta la final de un premio tan prestigioso es todo un logro para mí. 

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