En fin, bromas a parte, se trata de un lugar precioso, en el que paseando entre euphorbias gigantes que se pierden en el horizonte, te puedes encontrar cientos de animales. Grupos enormes de búfalos y elefantes pastan por doquier y te miran extrañados cuando pasas a su lado con cara de estúpido y escondiéndote tras una cámara de fotos.
Estos dos lagos se unen por un pequeño río que cruza el parque, y desde donde salen unos barquitos que te pasean por el lago Edouard, fronterizo con República Democrática del Congo. El barco-safari es una modalidad que yo desconocía, y que es bastante interesante para ver animales de cerca. Grupos de hipopótamos, elefantes, búfalos, cocodrilos y cantidades industriales de aves reposan tranquilamente en las orillas para refrescarse ante el sofocante calor de este lugar del mundo situado en el ecuador. Allí habitan algunos aldeanos que campan a sus anchas al ladito de todas estas bestias que a nosotros nos atemorizarían...
Después de unas cuantas vueltas, pinchazo de rueda incluido, nos llevaron a un campamento con unas tiendas de campaña habilitadas con camas donde descansamos plácidamente. O no... A mitad de noche empezamos a escuchar ruidos justo al lado de la tienda, más concretamente, justo al lado de mi cabeza, y cuando abro los ojos, me encuentro con la silueta formada por la luna brillante de un enorme hipopótamo comiendo hierba a unos escasos 5 metros. Intenso, magnífico y acojonante al mismo tiempo. Valió la pena, aunque aguantar para ir al baño en estos lugares se convierte en el mayor reto que pueda existir.
Plantación de papiro
Lago salado